martes, 23 de septiembre de 2014

Francisco Zorrilla, el primer fabricante de soda y gaseosas en Villa del Parque

Por Isabelino Espinosa

Villa del Parque es, sin lugar a dudas -para quienes allí habitan- un lugar sumamente afectivo, singular, cautivamente. Como integrando un característico paisaje está su gente, sus calles y toda su particularísima edificación. Todo el barrio es un mundo muy especial donde se juntan las anécdotas y los viejos recuerdos.



Esas veredas, diariamente transitadas pos sus vecinos, tienen una permanente atracción y el irresistible encanto de su interesante historia. Cuando en cierto momento de nuestro cotidiano vivir, sentimos la necesidad de la evocación  y la añoranza, pensamos en los tiempos que antiguos residentes de la zona refirieron  en sus relatos, acontecimientos de etapas lejanas de Villa del Parque. Así las imágenes de las quintas y chacras que alguna vez ocuparon  amplios sectores del barrio retornaron de aquel pasado inolvidable para convertirse en irreal presente. Esos predios pertenecieron  a la familia Cambiasso. Transcurría el año 1914 y, en esa época de casas bajas y arboladas calles de tierra, una ordenanza municipal concedió la radicación de establecimientos industriales de toda índole en los barrios de Santa Rita, Villa del Parque, Monte Castro, La Paternal, Villa Real y otros.

Aprovechando la situación favorable de la citada disposición comunal, se instalaron en los amplios terrenos parquenses algunas industrias y negocios vinculados a diversas actividades comerciales. Fue así que, muy próximos a las vías del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico (B.A.P.) y de la tradicional Avenida San Martín, se afincaron importantes empresas vitivinícolas y otras relacionadas con productos lácteos. A tres cuadras de la estación ferroviaria hizo su aparición (en la década de 1920) el primer establecimiento dedicado a la fabricación de soda y gaseosas. Pertenecía a Francisco Zorrilla y estaba situada en Pedro Lozano 3451. Ambos productos eran de óptima calidad, por lo tanto, conquistaron rápidamente -y en forma masiva- el paladar de la numerosa clientela. Poseían  marca registrada con denominación “El Parque”.  Compitiendo exitosamente con las más afamadas de aquél entonces se encontraba particularmente la gaseosa, cuya fórmula de exquisito sabor agridulce fue imitado por algunas firmas de la competencia, sin  lograr sus propósitos de superarla. Cotidianamente era posible observar a la gran  flota de carruajes de reparto (chatas)  recorrer las calles los barrios de Villa Devoto, Monte Castro, Villa Real, Santa Rita y Villa del Parque para atender los pedidos de los comerciantes de esas zonas. En épocas estivales marcaron verdaderos records de ventas y muchas veces no pudieron satisfacer la enorme demanda de sus inmejorables productos. Esta narración es la auténtica visión de una parte del la vida de Villa del Parque, en los tiempos que los viejos farolitos a querosén iluminaban melancólicamente las interminables noches del suburbio parquense.

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