jueves, 18 de septiembre de 2014

Escraches: de huevazos y fascismo

Por Fernando Mosquera

El escrache al ex funcionario nacional debe servir, una vez más, como ejemplo de lo que no hay que hacer si hablamos de democracia, instituciones y pluralismo.



Se podría decir que el escrache propinado a Domingo Cavallo por parte de la agrupación Quebracho quedó en el olvido. Pero este hecho debe servir para que continúe la reflexión de nuestra parte. Se van a cumplir 31 años de democracia y 20 años de la sanción de la nueva Constitución Nacional. Este último (a mi modo de ver) uno de los hechos más ejemplificadores de que, con defectos y virtudes, la democracia representativa es el mejor sistema de organización política que puede existir.

De todas maneras, en estos 200 años de vida como nación, nuestra forma de organizarnos políticamente sigue siendo débil. De otro modo no se puede explicar cómo aún son tolerables en nuestra sociedad actos fascistas como el sucedido en la fallida disertación del ex ministro de economía en la Universidad Católica Argentina.

¿Quién puede negar que uno de los personajes políticos más importantes de los años 90 es responsable directo del hundimiento más grande que sufrió nuestro país? Creo que nadie ¿Pero alguien debería poder negar la posibilidad de escucharlo si es que hay personas que desean hacerlo? No, tampoco.

Creo que el problema consiste en que, en general, en Argentina se reclaman actitudes plurales y democráticas, pero pocos creen realmente en ello. Y ojo, porque este tipo de episodios lo han sufrido dirigentes de todo el arco político: desde el ministro de economía, Axel Kicillof, hasta el jefe de gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, pasando por varios comités radicales incendiados en el interior del país. Por eso esta repudiable actitud no distingue de colores partidarios.

En la última elección legislativa, que se llevó a cabo el año pasado, Cavallo se presentó como candidato a diputado nacional por su provincia, Córdoba, logrando el 1% de los votos. ¿Hay un mensaje más elocuente de desaprobación que ese? Las urnas hablaron y dijeron que “Mingo” ha desaparecido de la faz política y representativa.

¿En estos últimos 30 años no nos ha ido bien? Es cierto ¿La justicia, en muchos casos, es merecedora de llamarse injusticia? También es verdad. Pero aunque muchos no crean en el sistema con el cual vivimos, deben respetarlo. El estado de derecho que nos cobija habla de que toda persona tiene derecho a defenderse en un juicio justo. Eso es lo que está sucediendo con el ministro que estuvo con Menem y De la Rúa. El voto debe ser la herramienta para cambiar y mejorar estos aspectos de nuestra patria.


Nuestra tarea debe ser continuar fortaleciendo el modo de organización reinante en Argentina, para que nunca más a alguien se le ocurra hacer justicia por mano propia. Porque ese accionar abre las puertas de épocas las cuales, los que creemos en la política como herramienta de transformación, no queremos volver a vivir. Democracia, estado de derecho y república son los tres pilares fundamentales de una nación pujante. No dejemos que el fascismo haga mella en ninguno de ellos.

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