lunes, 17 de noviembre de 2014

Debemos enderezar el rumbo: Lo que se siembra se cosecha

Por Francisco Grillo


Es difícil tratar de interpretar hacia dónde van las intenciones del gobierno y de los candidatos a sucederlo cuando la gran mayoría de los argentinos estamos muy preocupados por la forma en que se van  desarrollando los acontecimientos en estos tramos finales de este período de gobierno. Cuando se recorre la transición hacia el final de uno y el comienzo del otro ciclo, pareciera que hay una urgencia inusitada para sancionar la mayor cantidad de leyes (como si estas fueran un producto a fabricar en serie y multiplicar su cantidad con fines desconocidos). En el mercado es un signo de acrecentar la producción. En el área legislativa, suena como a pauperizar su contenido. Las leyes exceden a los períodos de gobierno, se proyectan para que rijan los destinos de la sociedad en los más diversos aspectos y por varios años. Su larga vigencia denota la seriedad con que fue tramitada en las cámaras correspondientes y, como consecuencia, la calidad de los legisladores que trabajaron en su conformación. “Vísteme despacio que estoy apurado”, frase el auténtico emperador Napoleón que define la situación. La velocidad del tratamiento le quita al proyecto el enriquecimiento del debate y el aporte de ideas y propuestas de aquellos que no participaron de la elaboración del borrador inicial.



De eso se trata la democracia: de la participación de todos los sectores y espacios para construir colectivamente lo mejor para algo tan nuestro como el territorio donde vivimos. Además, el canto de la sirena que atrae a los navegantes con sonidos tentadores para llevarlos a chocar con los arrecifes parecen los argumentos de los proyectos de ley que se suceden en el ejecutivo. Títulos que anuncian soluciones a temas por los que cualquiera se suscribiría ocultan otros puntos donde las propuestas no tienen un objetivo para apoyar. Este estilo se repite en la mayoría de las leyes que fueron sancionadas en los últimos tiempos. Todo lo que va vuelve. No es posible abusar del poder de las mayorías parlamentarias con el que pueblo benefició a un espacio en determinado momento. Ese poder les fue confiado para ser bien administrado. La sociedad es la que tiene el poder de elegir. La historia es fiel testigo de los ejemplos de dirigentes que habían alcanzado la cima y después volvieron al llano y al olvido. Atención a los candidatos por la sucesión. Mucho no pueden hacer frente a estos acontecimientos, pero es hora que muestren sus condiciones. La mirada del pueblo está atenta y no puede ser engañada. Debemos poner toda la energía en consensuar “Políticas de Estado” (así con mayúsculas). No hay otra manera de administrar una nación, los acuerdos son entre todos para decidir a dónde y cómo vamos. Los ejemplos de países que han llegado de esta manera a optimizar el crecimiento y el desarrollo están a la vista a la vuelta de la esquina. Ya no son las naciones del primer mundo el modelo a imitar, ahora podemos mirar a los vecinos de la región. Busquemos en las cifras de las variables económicas como las reservas, la inflación, el producto bruto, el déficit fiscal, el intercambio comercial y vamos a sorprendernos de que todo se puede y es incomprensible que un país, con el tremendo potencial, haya dejado pasar las oportunidades y se haya quedado tan atrás del resto. Por eso, al gobierno y a los opositores, recapacitemos y siempre tengamos en cuenta que “Lo que se siembra se cosecha”, para bien o para mal.

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