miércoles, 7 de mayo de 2014

Rosario, la Medellín del siglo XXI

Medellín en los años 80 y 90 fue sinónimo de drogas, inseguridad y narcotraficantes poderosos. Hoy en día esa definición se podría empezar a utilizar cuando se piensa en Rosario: una ciudad a las veras del río Paraná conquistada por el crimen organizado de los cárteles.


Hoy en día, con la famosa serie “El Patrón del Mal” en boca de todos, pareciera que esa triste realidad que sufrió el país cafetero ha sido trasladada a una de las ciudades más importantes de la República Argentina.

Medellín en los años 80 y 90 fue sinónimo de drogas, inseguridad y narcotraficantes poderosos; hoy en día esa definición se podría empezar a utilizar cuando se piensa en Rosario, una ciudad a las veras del río Paraná conquistada por el crimen organizado de los cárteles.

Hoy en día, con la famosa serie “El Patrón del Mal” en boca de todos, pareciera que esa triste realidad que sufrió el país cafetero ha sido trasladada a una de las ciudades más importantes de la República Argentina.

Los crímenes cometidos por estos mafiosos son un calco de lo ocurrido tiempo atrás en Colombia y lo que sucede actualmente en algunas ciudades de México; estos delitos van desde la venta de estupefacientes hasta el asesinato a sangre fría a través de sicarios.

Si bien el crecimiento de estos grupos no fue cosa de un día para el otro, durante mucho tiempo pareció que eran invulnerables a la actuación policial (aunque al igual que ocurrió en Colombia con Escobar y el asesinato del ministro de justicia (Rodrigo Lara Bonilla), en Rosario, los narcos intentaron cobrarse la vida del gobernador de la ciudad (Antonio Bonfatti) cuando a finales de octubre le balearon la casa).

Esa muestra de poder y violencia declarada pareció ser la gota que colmó el vaso para que la guerra por combatirlos tome mucha mayor importancia y pase a las primeras páginas de la agenda política no solo rosarina, sino también nacional, teniendo como consecuencia inmediata que en los últimos meses, día tras día, se conocen diversos casos de allanamientos, redadas e intentos por detener estas prácticas.

Claramente no es una tarea de fácil concreción teniendo en cuenta la preponderancia de estos grupos, pero sin embargo, Medellín es un ejemplo visible de que tampoco es imposible y en 2014 alcanzó la tasa de homicidios más baja de los últimos 25 años, bajando de 444 cada 100.000 habitantes en 1992 a 28.5 por cada 100.000 habitantes.

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