lunes, 12 de mayo de 2014

Así se jugaba el fútbol primitivo: Con el cuchillo entre los dientes

Por Isabelino Espinosa

Año 1850, plena vigencia del siglo XIX, en Europa, particularmente en Inglaterra, se hablaba de un deporte considerado violento pero al mismo tiempo, muy atractivo. Afirman que ese juego era ya conocido por los antiguos celtas, los chinos y también por otros pueblos del viejo continente.


Pero, realmente, a los ingleses hay que atribuirles el merecido honor de haberlo popularizado. Así, el llamado foot ball comenzó a jugarse en muchas partes del mundo con gran entusiasmo siendo el único deporte que se practicaba solamente con los pies y con una pelota redonda. El juego, en aquellos tiempos, era muy rudimentario: absoluta falta de técnica y sin reglas de ninguna especie. 

Cada jugador hacía lo que se le antojaba en cualquier momento del partido porque no había árbitros y tampoco existían líneas demarcatorias, solamente las de costado y de fondo. Las canchas a campo abierto podían ser de 100, 150 o 200 metros. Los equipos se integraban con 11 futbolistas, quince, veinte o la cantidad pactada de antemano entre los capitanes de ambos bandos. Valía todo; patadas con mala intención, empujones, zancadillas, trompadas y toda la serie de irregularidades que sea posible imaginar.

En medio de cada partido se daban, sin piedad, violentos golpes con los pies y con las manos, por consiguiente, se producían frecuentes fracturas de brazos y piernas. Lamentablemente, eso último causaba accidentes fatales en cada enfrentamiento. Se discutía constantemente cada jugada con insultos y golpes. Al no existir en los arcos red y travesaños, los goles eran muy cuestionados, además, tampoco se cobraban penales (por lo tanto, algunos delanteros y defensores se trenzaban en mutuas agresiones por la posesión de la pelota).

El público que asistía a los partidos también participaba de tanto desorden apoyando a cada equipo de manera poco cordial. El adversario era considerado un enemigo que había que eliminar de cualquier forma. Pero todo pasa. Felizmente cambiaron las épocas: los campos de juego tuvieron arcos con redes y travesaños, medidas adecuadas, la cantidad de futbolistas por equipos se redujo a once, se crearon reglamentos con árbitros que los hacían cumplir y el desarrollo del juego mejoró en todo el mundo.

En tal sentido no podemos dejar de mencionar que, a partir del inicio del siglo XX, los jugadores de los dos países del Río de la Plata (Uruguay y Argentina) fueron quienes embellecieron como nadie el espectáculo del futbol. El juego que desarrollaban no era sólo vigor, brío y empuje; poseían una singular arrogancia con jugadas elegantes, armoniosas, de gran brillantez y fueron admirados por los integrantes de los poderosos equipos europeos que llegaron aquí (Barcelona, Real Madrid, Chelsea y Torino, entre otros)…

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