miércoles, 8 de octubre de 2014

La puesta en escena de Máximo Kirchner‏

Por Facundo Guzzini
@FacuGuzzini


Máximo Kirchner, líder de la Cámpora e hijo de Néstor y Cristina (y con nombre de gladiador) saltó a dar sus primeras batallas políticas, no en el coliseo romano sino en el estadio de Argentinos Juniors, donde 40 mil encendidos militantes bramaban ante su relato implacable y certero frente a la oposición, los fondos buitres y demás opositores al modelo kirchnerista.



Tan grande fue su ímpetu en dicha contienda que, con un escudo tan duro y soberbio, se animó a desafiar hasta la mismísima constitución -rival de temer si los hay- impulsando a Cristina a un tercer mandato, violando así lo que la carta magna invoca. Caído Boudou, por obvias y deplorables razones, con Uribarri y Randazzo muy por debajo en los sondeos y con el despreciado e inconfiable Scioli coqueteando con Massa ¿Cristina querrá saber cuánto mide el nene?

De ser así la opinión pública dio su veredicto: no alcanza con portar un apellido ilustre, no sirve haber “mamado” política desde la cuna, tal como la Cámpora adula a su líder, sin tener idea de lo que es haber estado en el barro militando. No sirve armar una agrupación de jóvenes viciada de viejos y ruines artilugios. No alcanza con poner en las altas esferas a jóvenes integrantes como Larroque y Kicillof a ser serviles del poder. La juventud implica cambios, frescura, insolencia, rebeldía y no ser soldados kamikazes de modelos devastadores con una obsecuencia que asusta.

Como dijo el gladiador en su discurso: “es hora de salir del ostracismo al cual nos sometieron” y a lo cual adhiero pero recordándole que fueron sus padres, durante más de diez años gobernando en el sur, los que apoyaron a las políticas petroleras, privatización de YPF, regalías, etc. Y durante otros diez, en su famosa década ganada, los que gobernaron nuestro país bajo un régimen totalitario.

Los derechos humanos nunca pueden ser sectarios en lugar de ser universales, es decir, “para todos y todas”.

En busca del clientelismo y no con el objetivo de inclusión para los pobres, quienes necesitan salir de la marginación no pueden hacerlo con trabajo digno y genuino, cuya forma es la correcta para ascender en la escala social e integrarse a la clase anhelada dentro de la sociedad. Menos pobres y más clase media. 

Es imposible aislarse del mundo, somos parte de él y debemos interactuar con el resto de los países de la comunidad internacional y no ir contra ellos.

En la política económica la inflación es el tema sin solución por impericia de los actores de turno (que no pueden controlar los índices cuando la gran mayoría de los países, salvo muy pocas excepciones, han logrado estabilizar). El peso cada vez se desvaloriza más y más ante la mirada pasiva de los economistas oficialistas.

En cuanto a la “sensación de inseguridad”, que es responsabilidad de la Policía Federal en la Ciudad de Buenos Aires, hay una realidad preocupante. Los argentinos somos robados y asesinados sin solución de continuidad y no se hace nada para resolverlo, ni siquiera se menciona en los floridos discursos presidenciales. 

La proclama oficialista no representa la voz del peronismo, sino la voz del kirchnerismo. Una expresión agraviante, facciosa, sectaria y excluyente de un grupo de funcionarios que pretende expropiar la representación del “Movimiento Peronista”, bandera que enarbolaron para llegar al poder y pisotearon luego de obtenerla.

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