lunes, 16 de junio de 2014

En la búsqueda de los actores adecuados: ¿Los jóvenes viejos o los gestionadores eficaces?

Por Francisco Grillo

Es casi inevitable hacer referencia a las señales que van enviando los potenciales candidatos presidenciales para las elecciones del 2015. Poco a poco se van encolumnando hacia la línea de largada de la carrera que consagrará al ganador como el próximo presidente de los argentinos.  A estas alturas del año, se van perfilando Daniel Scioli, posiblemente por el oficialismo, Sergio Massa por el Frente Renovador, al cual consideramos como un desprendimiento del  Frente para la Victoria que va por una propuesta de cambio.



En la otra vereda el PRO, con Mauricio Macri y el que surja como candidato en las primarias del FAU-Unen. Los rivales se van estudiando, hacen fintas. Amagan que se juntan. Después lo desmienten. Están como tanteándose entre sí y a la opinión pública. Este último actor,  es el ciudadano, el responsable de elegir a su próximo presidente.

¿Cómo harán los candidatos para seducirlo? Sería interesante y positivo para el futuro de la Nación Argentina que los futuros candidatos que se postulen para consagrarse como el próximo presidente argentino, realicen un profundo ejercicio de introspección. Que reflexionen sobre que pilares montarán las bases de su plataforma de gobierno.

Sus propuestas. Tengan muy presente que el nuestro, es un país, un gran territorio con un potencial de recursos que merecía, en forma obligada, por la diversidad, cantidad y calidad de los mismos, ya haber superado los tiempos de subdesarrollo y conseguir la concreción del crecimiento. Y el posicionamiento entre las naciones emergentes. Es decir, la clase dirigente está en deuda con el país y sus habitantes por no haber tenido la capacidad, a lo largo de la historia, para administrar,  con eficiencia y sapiencia, el destino  que nos corresponde como nación. Sería largo enumerar las asignaturas pendientes en el camino a la maduración de la República Argentina. Todos los conocemos muy bien. Podemos mencionar rápidamente a la educación, seguridad, justicia, inflación, déficit fiscal, desocupación, etc. Temas básicos que, a través del tiempo, deberían haberse resuelto. Perfeccionarlos de gestión a gestión. Mejorando un gobierno sobre lo que el anterior hubiera logrado. Pero en este país, en la mayoría de los casos, se va para atrás. No es posible seguir fracasando en los sucesivos períodos de gobierno. Es la hora de despertar del letargo. Ha llegado el momento de olvidar los rencores y cambiar el rumbo. Es necesaria una renovación de las formas y los conceptos.

Los próximos dirigentes tienen que tener la claridad para comprender que la actitud debe ser de grandeza. La Nación Argentina no es un quiosco. Pensemos con la dimensión y responsabilidad que corresponde para tamaña conjunción de territorio y pueblo. Las viejas políticas deben ser cambiadas. Los objetivos deben apuntar a desplegar las tareas que conduzcan a la evolución y desarrollo como país y como sociedad.

Somos parte del mundo y debemos integrarnos a él, nunca de rodillas.  De pié y con inteligencia negociadora. Los japoneses, destruidos después de la segunda guerra mundial, renacieron de sus cenizas con inteligencia, capacidad y una disciplinada perseverancia. Se hicieron fuertes  con una industrialización arrasadora que se posesionó en los merados mundiales y se convirtió en el factor fundamental del poderoso y rico estado en el que se convirtió.

La consigna era: “Copiaremos a los mejores productos del mundo pero los vamos a perfeccionar ”. Lo hicieron  con los relojes y desplazaron a los suizos. Lo hicieron con los automóviles y terminaron exportando a los EE.UU. y al mundo. Vale la pena esta referencia porque debemos buscar modelos virtuosos para encontrar los modelos de crecimiento. Los candidatos apropiados son los hombres que tengan la actitud, grandeza e inteligencia para concretar los verdaderos cambios. No depende de la edad. La política que se implementó hasta ahora es vieja y superada. Muchos de los funcionarios que se desempeñan en los puestos jerárquicos son jóvenes. Pero con ideas arcaicas y perimidas. Son “los jóvenes viejos”. En la equívoca idea de que todos los jóvenes pueden producir la renovación y los cambios fundamentales para desplazar a los modelos que nos llevaron a la frustración y el estancamiento. Hay sobrados ejemplos de generaciones maduras que producen revolucionarios cambios como el Papa Francisco o Pepe Mujica. La que debe cambiar es la actitud y la forma de gobernar, la política debe adecuarse a los tiempos. Algunos todavía siguen con las consignas e ideologías de épocas lejanas ya superadas. “Oigan señores, estamos en 2014.

Despierten, pueden pasar a la historia como los forjadores de una nueva y pujante Argentina”. En otro editorial publicado en VILLAS tiempo atrás, nos referimos a la comparación hecha por Cristina con Canadá y Australia. En esa nota sosteníamos que ese era, precisamente el lugar que debería ocupar nuestro país actualmente, de haberse administrado con eficiencia. Estos tres países, incluyéndonos, tenían, allá por 1930, varias características en común. Amplios territorios, campos fértiles, enorme potencial en recursos humanos y materiales. Partíamos de lugares similares y sería ociosa la desigual comparación del crecimiento logrado. Esa es la deuda que tenemos como argentinos. Debemos posicionar a este país en el lugar que le corresponde. Para esa responsabilidad, el que se coloque la banda presidencial en el 2015, deberá estar capacitado y decidido a ejecutar. Terminemos con los retrocesos. Es momento de ir para adelante con valentía, capacidad e inteligencia.

Se acabaron las réplicas de modelos arcaicos, Los nuevos tiempos necesitan mentes abiertas a los cambios que conduzcan inevitablemente a solucionar los problemas endémicos que subsisten por la mala praxis de los funcionarios y conduzcan a la Nación Argentina y a los ciudadanos por el camino del bienestar y el desarrollo.

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