Sobre llovido, mojado. Estábamos en la encrucijada del tema
de las tarifas, que parecía la gran cuestión y aparece en escena un tema muy
preocupante con la corrida cambiaria disparada desde el exterior con el aumento
de la tasa de los créditos que valoriza el dólar globalmente y aumenta los
costos de endeudamiento.
Lo que para
otros países más sólidos resultó un pequeño cambio en su economía ordenada, a
nosotros nos pegó un misilazo. Desnudando la vulnerabilidad de nuestro sistema.
Estábamos tambaleando con los números del sinceramiento de diez años de atraso
en las tarifas que generaron duros golpes por los altos aumentos que
significaban un problema para los argentinos menos pudientes. Entonces aparece
este vendaval que nos obliga a realizar un viraje importante sobre el rumbo
apuntado. El dólar se dispara como consecuencia lógica por lo sucedido en EE.
UU, pero se le agrega la fuga de capitales de inversores golondrina que se van
a otros horizontes, quizás más seguros. Se cansaron de la bicicleta de cambiar
dólares a pesos e invertirlos en Lebac, por ejemplo. Y después de un par de
operaciones, retornan al dólar y se van, cuando la ocasión lo dispone. No era
de esperar otra cosa de este tipo de inversores. Son solamente especuladores.
Aquellos que resultan positivos para el país son aquellos que invierten para
generar fuentes de trabajo y producción. Representan los motores del
crecimiento. Es lo que necesita Argentina para salir de sus grandes e
insolubles temas, que se entrelazan entre sí: déficit fiscal-intercambio
comercial-fuentes de trabajo-inflación-desempleo-pobreza. Pero resulta que no
somos atractivos para esos capitales. El Gobierno, mal o bien, trata de
seducirlos. Pero esto no se arregla con buenos tonos solamente. Todas las
intenciones caen al abismo cuando nuestra realidad nos muestra una
inestabilidad grave. “Somos un país en
crisis”. Bastante importante. Mucho menos que la del 2001 y otras que se
fueron sucediendo en distintas oportunidades. Estos episodios pegan muy fuerte
y vienen desde hace muchos años. Más de 70, somos como un enfermo con bajas
defensas. Cualquier cosa nos debilita. La economía en crisis es un elemento
demasiado importante para soslayarlo y no tomarlo en su justa dimensión. Tiene
graves efectos sobre la sociedad y el país. Genera pobreza, desnutrición,
inseguridad fallas en el sistema educativo. Es como una guerra. Ni más ni
menos, porque diezma a los valores intrínsecos de la población. A su dignidad,
a su calidad de vida, a su futuro. No hay otra manera de salir de esto que
unirnos para hacerlo todos juntos. No es posible encontrar la solución sin el
consenso con todos los espacios políticos e institucionales. Pero, la realidad
es que el comportamiento de la clase política deja de lado la crisis y nos
coloca en la terrible consigna de “estamos
en campaña”. Falta que lo expresen con el repetido sentido de “no es la crisis, es la campaña, estúpido”. Por
un lado, el Gobierno que está renuente a perder su ejecutividad y evade el
diálogo con la excusa de hacerlo en forma individual con cada sector. Y por el
otro, los políticos que integran la oposición que cuando encuentran la menor
debilidad del Ejecutivo aprovechan la oportunidad para saltarle a la yugular y
ponerle todas las trabas para complicarle la gobernabilidad. Como las fieras
que huelen la sangre de un herido y corren en jauría para matar y devorarse a
la presa. Este es el panorama que ostentamos, para que la veloz difusión de la
información en estos tiempos, la maneje de inmediato el posible inversor. Las
repetidas manifestaciones y paros que son normales cuando el reclamo es
justificado, y sí lo es, en muchos de los casos. Pero cuando la repetición de
ellos de manera desproporcionada revela un objetivo que está por encima de las
luchas salariales. La presentación de proyectos como el de las tarifas que
colocan al país en un lugar de desequilibrio porque nadie dice de donde saldrá
el dinero para financiar lo que no abonen los usuarios. Reconocemos el gran
salto de costos que significa el recomponer las tarifas congeladas por diez
años con una inflación promedio del 30% anual quien representa más del 800% en
total. Hay que encontrar el punto medio para no lastimar tan bruscamente los
bolsillos de la gente y tampoco complicar la economía del país. En la sesión
del Senado que comenzó a las 14.30 hs. del 30 de mayo y concluyó a las 03.30 hs
del 31, se definió la aprobación del proyecto opositor por 37 votos a 30.
Realmente se comportaron como adolescentes. El Ejecutivo, presentó a último
momento una alternativa de reducción del IVA a los usuarios residenciales y
pymes. La misma fue inspirada en un proyecto de Urtubey. Los bloques opositores
continuaron en su obsesión por imponer un proyecto destinado a ser vetado por
lo cual esa diferencia planteada por el Estado, no llegará al usuario.
Egoístas, soberbios, obtusos, mezquinos. Son algunos de los conceptos que
pueden definir a nuestros “representantes”. “Estamos en crisis no en campaña”. De esta situación salimos todos
los argentinos juntos o fracasamos y seguiremos penando. Es hora de que hagamos
el esfuerzo necesario para equilibrarnos y crecer. Dejemos la campaña y unidos
enfrentemos la crisis de 70 años. Juguemos para Argentina o no tendremos
elecciones ni país. Esta es la grieta lastimosa que nos separa, impide crecer y
debilita profundamente.
Exacto reflejo de la realidad, al menos de la mía. Excelente articulo.JCB
ResponderEliminar