Por Francisco Grillo
El actual gobierno de la
República Argentina se encuentra en el momento de iniciar la segunda mitad de
su mandato. Es tiempo de analizar si el cambio reclamado por la sociedad ha
comenzado o todavía no sucedió. Es un hecho que además de ser elegido en 2015
por un margen estrecho, en las Legislativas del 2017 revalidó sus pergaminos
con un triunfo más holgado en todo el país.
Con semejante crédito en
su haber, es casi lógico presuponer que lanzaría todos sus esfuerzos a modificar
el rumbo de la gobernabilidad y abordaría el intento de resolver los temas que
anulan la posibilidad de estabilidad y crecimiento de la Argentina y sus
ciudadanos. Sucede que no es una tarea fácil de llevar a cabo. Con el optimismo
del triunfalismo, el oficialismo, creyó que no sería tan complicado sacar a flote
a este país. Que la inflación sería controlada y disminuiría rápidamente. Como
el déficit, la pobreza, el desempleo y otras yerbas. Las metas de inflación
proyectadas tuvieron que acomodarse a la realidad. En el 2015, antes y después
de las elecciones, se mencionaba como bombas de tiempo a las trabas que la
anterior administración dejaría a su sucesión. Esto es lo que debe ser revertido.
Esas trabas están representadas en un Estado que abusó del gasto público
subsidiando todo lo que se le ponía a tiro. A los carenciados y a los
pudientes. Un derroche sin par. Lo cual devino en un déficit importante.
Difícil de controlar. Agotó las reservas del Banco Central entre otras. Sobre
el filo de la conclusión de su mandato se incorporó una gran cantidad de
empleados públicos que acentuarían las dificultades. Esas son algunas de las sorpresas
que crearían un gran obstáculo para coordinar planes de reactivación económica.
Estamos a mitad de camino y algunas cosas se lograron. Se quitaron los
subsidios a los servicios públicos y el transporte. Se actualizaron las tarifas
en esos sectores que estaban muy retrasadas. Igualmente se mantiene la
asistencia a los más necesitados. Se concretó la reforma de la movilidad
jubilatoria. Muy cuestionada y defendida por el gobierno como que, a la larga,
con el correr de los meses se podrá visualizar que la diferencia con la anterior
será a favor del beneficiario. Son las cosas que se dice de uno u otro lado del
mostrador. El ajuste existe en los bolsillos de la gente. Sabíamos que el
cambio dolería. Hasta estamos dispuestos a sufrirlo. Pero, la clase política,
unos, otros y aquellos, deben tener en claro que si al final del camino, los
objetivos no se concretan, los que cambiarán, por medio del voto popular, serán
los gobernantes. Y allí empieza otra historia. La Alianza Cambiemos, con Macri
y el Pro a la cabeza, corporizo la salida a las respuestas que necesitaba la
gente. Hartos de los doce años del kirchnerismo, encontraron en este espacio la
oportunidad para probar algo distinto. Ya el FPV nos había brindado todo lo
bueno y lo malo que estaba en sus posibilidades. Mucho más para inventar no
había. Ahora es el tiempo de modificar los pasos equivocados. Todavía es
prematura la gestión, aún el crédito los avala. No pueden fallar, quedan dos
años. De ellos, el de la acción es el que está en curso, el 2018. El 2019, otro
año electoral. Y como bien sabemos, en nuestro país esos son tiempos de campaña.
Los políticos, todos, están en otra cosa. En trabajar para llegar al poder o
para permanecer. Es lo primero que hay que cambiar en la Reforma Electoral, las
elecciones de medio término, que distraen a los funcionarios de su verdadera
misión, que es la gestión. Esos dos años que le restan al período presidencial
son sagrados para este y para todos los gobiernos. Para los iluminados,
aparentes idóneos intelectuales e ilustrados en su sabiduría constitucional,
como el caso del Dr. Zaffaroni, con sus sesudas declaraciones: "Quisiera que el Gobierno
se fuera lo antes posible. Hay que
tener cuidado con el colapso final, que va a ser económico. Esto no tiene salida”. Le recordamos al
estimado ex juez que las leyes se hicieron para respetarlas. Que tenga un poco
de paciencia y espere que el mandato concluya naturalmente. Como el pueblo
esperó al anterior que aguantó doce años. Aparte de la legalidad, no es aconsejable
cambiar de caballo en medio del río. Entonces sí, el pueblo, sin los consejos
interesados e inapropiados de quienes fueron parte de un sistema que dio como
resultado un fracaso absoluto en el manejo de la Justicia y la seguridad,
cambiarán de caballo o seguirán con el mismo. Sólo el pueblo, señor ex juez, el
único soberano en democracia. Estamos en la mitad del río y los ciudadanos bien
intencionados queremos llegar a la otra y si es posible y deseable, en mejor
situación. Solamente buscamos lo mejor para la Argentina. No nos importa a
quien le toque conducir.
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