miércoles, 24 de enero de 2018

El estigma de la inflación

Por Francisco Grillo
Según la información del Indec, la inflación del año 2017 resultó del 24,8%. Bastante lejos de la meta propuesta por el Banco Central de llegar un valor entre 12 y 17%. Es una batalla muy dura y difícil de realizar porque la inflación está instalada en la Argentina como un estigma para la sociedad y sus funcionarios. Estamos segúndos en el ranking latinoamericano de los países con mayor inflación. En el mundo, sextos. No es de ahora, viene de varios años atrás. ¿Despegaremos?

Macri se comprometió, en el momento de asumir su cargo, que su objetivo era que evalúen su gestión por el grado de reducción de la pobreza. Nosotros nos permitimos señalar que para que esto ocurra deben lograrse avances sobre diversos factores. Que terminan siendo los que definen que bajen los niveles de la pobreza. La inflación afecta a todos, pero en especial a los de menores recursos. En consecuencia, la lucha por controlarla y estabilizarla por abajo de un dígito, es otro desafío que le imponemos a nuestro presidente. Por este tema también será medida su gestión. Es fundamental bajar el déficit fiscal del PBI. La vieja cuenta del almacenero, gastar menos de lo que entra. Es elemental. El gasto público debe ser inferior a la recaudación. Para no afectar necesidades básicas financiadas por el Estado, la solución es crecer para recaudar más. En este sentido, se transita por un camino gradual de reducción. Del 5,8% de 2015 al 4,2% en 2016, llegamos al 2017 con 3,9%. Una buena señal, que es un principio para alcanzar los objetivos finales. Sabemos que el camino es duro, sinuoso y con obstáculos, pero no se debe equivocar el rumbo. Los resultados no se están visualizando, la gente comienza a descreer de las promesas. En parte es cierto porque el gobierno fue colocando varas muy altas e imposibles de cumplir. Se comprende que es una estrategia que apunta a logros por encima de las posibilidades para jugar a fondo. Si no se llega al objetivo será un porcentaje de esa cifra y eso es un avance. Pero genera expectativas que producen frustraciones y desencantos. Para obtener el apoyo de la sociedad es prioridad la transparencia. Es cierto que se bajó la inflación del 40% en 2016 al 24,8% del 2017. No es suficiente. Hay que poner todos los esfuerzos para bajar más. Para el año en curso el Gobierno ha decidido fijar una meta del 15%. Se vienen las paritarias y la oferta oficial ronda en esa cifra, la cual podría ser aceptada por los gremios si estuvieran cubiertos por la cláusula gatillo, como sucedió el año pasado que, los docentes de la PBA, por ejemplo, después de largos días de paro, aceptaron el ofrecimiento y consiguieron al final un 24 %, apenas unas décimas menos que el índice de inflación. Para este año, el oficialismo avisó que no utilizaría esa herramienta. Eso puede transformar las paritarias en un tema difícil de acordar. Los gremios, seguramente, se opondrán. Según Macri: “Argentina está con el crecimiento más alto de los últimos cinco años, la inflación más baja de los últimos siete y un aumento de la inversión”. Según nosotros, la inflación está en el camino de la baja. La inversión debe acrecentarse para crecer y bajar el desempleo. Lo que generaría mayor consumo y recaudación. Lo grave de nuestra situación lo marcan las estadísticas donde muestran a la Argentina en el segundo lugar entre los países de América Latina con mayor índice de inflación del año 2017. Peor que eso es el sexto puesto entre las naciones del mundo. Esto marca nuestra incapacidad para resolver un tema que la gran mayoría del resto de los países lo ha superado. Es un estigma que nos persigue desde hace muchos años. Los economistas parecen genios y dueños de los más variados planes para controlar este flagelo. El problema es que la brillantez de sus ideas se opaca y oscurece ni bien asumen la responsabilidad de resolverlo desde la función pública. Realmente es un tema que nos muestra con una debilidad asombrosa para superarlo. Parece una enfermedad incurable. Tuvimos la mala suerte de vivir episodios muy complicados. Como el Rodrigazo, el corralito, la hiperinflación, la convertibilidad y muchas otras, que impactaron duramente en los argentinos. A pesar de las teorías económicas que las hay, de las más variadas, la profundidad y certeza de las mismas y su orientación ideológica, fracasaron todas y cada una de ellas. No será que tenemos una crisis psicológica que nos paraliza ante el tema. Dicen algunos especialistas, que las propuestas económicas son influenciadas por la confianza que generen en la gente. En ese renglón, nosotros tenemos la más baja autoestima.





  

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