martes, 10 de septiembre de 2013


Encuentran un antiguo pozo de aljibe, el más grande de la Ciudad


Está en San Telmo, en la casa que habitó la familia Estrada. Creían que era un sótano, pero oculta bajo un piso de baldosas, descubrieron la enorme cisterna.




Está completo, es abovedado, tiene capacidad para unos 90 mil litros y estaba oculto bajo un piso de baldosas. Según aseguran los expertos, servía para juntar agua de lluvia y abastecer a una familia de principios de 1800. Es más, creían que era un sótano pero la revelación causó sorpresa: debajo de la casa donde hasta 2010 funcionó la Editorial Estrada, y que fue adquirida por el Gobierno de la Ciudad para cederla a la Dirección de Patrimonio y el Instituto Histórico de Buenos Aires, el equipo de arqueólogos de ese organismo encontró el pozo de aljibe más grande de la Ciudad. Está en Bolívar al 400, en San Telmo, ya hicieron trabajos en el lugar y rescataron varios objetos antiguos: botellas enteras y restos de mampostería. Ahora buscan armarlo e integrarlo a un recorrido para que a partir de diciembre se pueda bajar y contar el patrimonio de esa época a través del uso del agua.

“Este hallazgo tiene que ver con el plan de excavación que ya hicimos en lo que se conoce como ‘la Casa del Virrey Liniers’, una de las viviendas aún en pie más antiguas de la Ciudad y que fue recuperada como centro cultural en 2011. Esa propiedad está pegada al fondo de este terreno. Y esta vivienda sería el lado de adelante, es la casa que habitaron los Estrada, y acá es dónde apareció esta sorpresa”, detalla Liliana Barela, directora del área dependiente del Ministerio de Cultura.

“En esta casa vivía una familia aristocrática, no cualquiera tenía un aljibe como este. El agua se usaba para lavar la ropa, los platos, los patios, pero no se podía tomar: el agua que tomaban se la compraban al aguatero, que la traía del río. Por eso creemos que es una buena manera de contar esa época”, dice Schavelzon. “Hay una maravillosa anécdota de principios del siglo XIX de Mariquita Sánchez de Thompson. Desde Brasil, donde viaja exiliada durante la época de Rosas, manda una carta contando que estaba en un hotel y que lo más extraordinario que había visto era que en el baño había dos canillas: una de agua caliente y otra fría. Para acá eso era imposible. Y eso que ella era de una familia adinerada”.

Todo lo recuperado será colocado antes de fin de año en vitrinas que se armarán dentro del pozo, para lo que se construirá una escalera más firme. La idea, dicen, es que las visitas guiadas que se hacen en la casa de Liniers y en la de Estrada puedan contar la historia de otra manera: recrear esa época a través del agua. Incluso, la anécdota de Mariquita: nada más que una divertida manera de mostrar cómo se vivía en la ciudad a mediados de 1800.

Fuente: Romina Smith para Clarín.com

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