martes, 20 de agosto de 2019

Activistas monotemáticos


Por Daniel Pecheny

Los fundamentalismos son visiones extremas de una ideología, que habitualmente se adjudican a sí mismos el tener la verdadera interpretación de dicha ideología, despreciando a los sectores más moderados, y tratando de llevarlos, a veces por la fuerza, hacia su concepción de la verdad.


En un momento de crisis de los partidos políticos en la Argentina, donde los liderazgos de los espacios tradicionales están dispersos a lo largo de distintas coaliciones, o bien se carece de ellos, al mismo tiempo surgen movimientos activistas fuertemente radicalizados. Se podría decir que fundamentalistas por su rigidez, pero que a diferencia de aquellos a los que ya estamos habituados, como las organizaciones sociales y de derechos humanos, que tienen un ideario que abarca temáticas sociales más amplias, cada uno de estos nuevos movimientos se enfoca principalmente en una preocupación: Los veganos contra el consumo de alimentos de origen animal, los pañuelos verdes y los pañuelos celestes, respectivamente a favor y en contra de la legalización del aborto, los ecoterroristas, los antivacunas. Muchos de estos movimientos son globales.
No todos son violentos, y algunos tienen una resistencia pasiva que causa un daño que no se percibe inmediatamente como los antivacunas. Lo que sí los identifica en el fuerte nivel de confrontación en el discurso, y a veces en la acción.
Cuando un fundamentalismo es tan cerrado que ya no permite la discusión interna, ya el pensamiento único y automático se termina alejando del sentido estricto de la ideología y se convierte en un fundamentalismo sin fundamento. Las cosas son así, porque sí. En parte esto se podría explicar por la crisis de los partidos tradicionales. Pero las temáticas abordadas por esta clase de activismo, de todas maneras, no encajaría en el esquema de un partido político donde existen los disensos y donde puede haber acuerdo en unos temas y desacuerdo en otros. Por ejemplo, en el aborto. Sólo en la extrema izquierda hay unanimidad en el tema del aborto, y en la extrema derecha hay un consenso contrario. Por otro lado, puede haber peronistas o radicales veganos, pero sería raro que militen en el movimiento vegano que realiza intervenciones o agresiones en lugares públicos. Este tipo de acciones son ilegales y perturban el orden público, pero no sorprenden. En parte, porque ya estamos acostumbrados a este tipo de acciones por parte de algunas organizaciones. Pero principalmente, los fundamentalismos monotemáticos no pueden, no saben llegar a consensos, no participan en los partidos políticos, que son los únicos capaces de influir en las políticas públicas, no ceden en sus posiciones y sólo les queda la confrontación.
En el caso de la discusión sobre el aborto, a pesar de las grandes diferencias, existen personas, expertos, académicos que con sus posiciones han contribuido al proyecto que se ha tratado en el Congreso. Pero los núcleos duros siguen con las acciones directas. Es necesario que las mismas se mantengan dentro de la ley y se realicen sin violencia.



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