miércoles, 18 de julio de 2018

El FMI, ángel o demonio


Por Francisco Grillo

Llegar a la explosión de la corrida cambiaria y de inversores fue el producto de no haber encaminado, el gobierno, la resolución de los males endémicos que aquejan a nuestro país. Partiendo de allá lejos en el tiempo, venimos arrastrando los manejos erróneos de las administraciones que nos gobernaron, incluidos los actuales



Ya todos sabemos de memoria, que cuando apuntamos al déficit fiscal y comercial, gastamos más de lo que entra. Peor todavía, si es acumulado a través del tiempo. Así no es posible, de ninguna manera, crecer y alcanzar el desarrollo de un país, por lo menos, ordenado. No hablar del enorme potencial de recursos mal administrado. También, podemos señalar que, ese desperdicio de recursos incluye a la sociedad argentina. La cual podría vivir mucho mejor, en lo personal, si pudiera acceder a la posibilidad de una economía sustentable, con empleos que garanticen estabilidad y salarios dignos para una calidad de vida acorde a ese potencial del territorio y de sus habitantes. Este gobierno trató de encarrilar los desvíos crónicos de la economía buscando equilibrar el gasto público de manera gradual. Reconocía la necesidad imperiosa de cambiar. Quizás se haya equivocado en la forma. Pero el estado de la situación era muy comprometido. ¿Cuál era la otra alternativa? En lugar del gradualismo lento, uno más acelerado. O caer en el shock al que se recurrió en otros momentos tan graves o más que éstos. Además, somos muy propensos a repetir las fórmulas ya fracasadas. Ese camino elegido, el del gradualismo lento, fue el obstáculo para que se produzca el acercamiento en los déficits, el crecimiento de la economía y de la producción. El descenso de la inflación, la pobreza y el desempleo. Lo que devengaría en mejoras en la ocupación y salarios. El aumento del poder adquisitivo sería un crecimiento en la escala social y generaría a mayor consumo más producción, aumento de puestos de trabajo para la gente y más recaudación fiscal para el Estado. Esa es la manera de alcanzar el equilibrio en las balanzas comerciales. Todo ese panorama en lo interno del problema se unió a las presiones de un sector de la sociedad que no estaba dispuesta para acompañar con el esfuerzo esas propuestas. También ciertas medidas como la suba de impuestos a inversores golondrinas extranjeros que, ante la subida de las tasas en EE.UU., salieron corriendo a llevarse sus dólares para el Norte. Todos estos componentes, más los vaivenes provocados por la presión de los mercados, generaron la escalada del dólar. Sabemos muy bien que nuestros síndromes patológicos nos asocian con los temores del pasado. El dólar y la inflación, están muy conectados entre sí en estos lares y nos conmueven y desestabilizan. Se llega a buscar un acuerdo con el FMI-otra palabra que nos da escozor por anteriores experiencias- para obtener el respaldo necesario para poder ejecutar las acciones que nos lleven a la estabilidad y el crecimiento. Si es buena o no esta relación con el Fondo no lo sabemos. Si las condiciones que trascienden son verdaderas o falsas, están por verse. No hay otra manera que esperar que este sea el rumbo de salida. Según los relatos, se busca que los más vulnerables de la sociedad como trabajadores y jubilados sean los menos perjudicados. Es cierto que el gobierno logró recomponer relaciones con la comunidad internacional, quizás sea su mayor mérito. También parecería que a ésta le interesa que la Argentina se desarrolle y crezca. Ojalá así sea. Nada es seguro. Apostemos porque salga bien porque el beneficio será para nosotros. Según las informaciones, el primer aporte del FMI llevará tranquilidad para llevar a cabo las medidas requeridas sin la necesidad de acudir a otros endeudamientos y con tasas mucho más bajas. Este primer semestre se espera que sea duro en el sentido que las movidas cambiarias y su consecuencia inflacionaria afectará al consumo y se producirá una recesión. Es el primer paso para absorber la sacudida, pero se espera que se vaya equilibrando a partir del 2019. El 22 de junio se acreditaron los 15 mil millones de dólares del primer tramo de un total de 50 mil millones que fueron acordados con el Fondo. Fueron depositados en la cuenta de nuestro país en el Bank for Inernacional Settements (BiS) con sede en Suiza. La mitad de este capital se destinará a fortalecer las reservas internacionales de la Argentina que ahora pasan a representar 63.270 millones de dólares. La otra mitad serán para el Tesoro y estarán a disposición a modo de precaución para reducir el déficit fiscal y controlar el tipo de cambio y detener la depreciación del peso. Mediante una comunicación emitida por el FMI se informó que: “El acuerdo busca reforzar la economía del país restableciendo la confianza del mercado mediante un programa macroeconómico coherente que reduce las necesidades de financiamiento, encauza la deuda pública argentina por una trayectoria descendente firme y afianza el plan de reducción de la inflación mediante metas más realistas y el fortalecimiento de la independencia del Banco Central. Incluye medidas para proteger a los segmentos más vulnerables de la sociedad manteniendo el gasto social y, en caso de que las condiciones sociales desmejoraran, abriendo margen para incrementar el gasto en la red de protección social argentina. El monto restante del respaldo financiero del FMI (35.000 millones de dólares) estará disponible a lo largo de la duración del acuerdo, supeditado a exámenes trimestrales a cargo del Directorio Ejecutivo que controlarán el buen uso de los fondos de acuerdo a las pautas pactadas”. El tiempo será testigo y nos revelará si el “FMI es el ángel o el demonio” para bien o para mal. Es de desear que la crisis se convierta en una oportunidad para crecer.




No hay comentarios:

Publicar un comentario