jueves, 17 de octubre de 2013


Ayer lealtad a Perón, hoy lealtad a su ideario


Por Jorge Correa




No pretendemos el análisis histórico ni el relato periodístico. Suficientes y múltiples trabajos, artículos y opiniones diversas nutren la bibliografía que tratan la fecha fundacional del peronismo.

Quienes nos sumamos hace más de cuarenta años a aquel movimiento nacional, por supuesto las generaciones anteriores y las nuevas, sentimos desde el pontificado de Papa Francisco, que nuestros ideales son los mismos que asumió desde su juventud el Santo Padre. Y así lo hizo saber.


El 17 de Octubre de 1945 significó la irrupción de los sectores sociales hasta entonces postergados en la escena de la política nacional: participación que inició el camino de una verdadera transformación social, económica y por sobre todo cultural.

Fue el pueblo convocado, de boca en boca, a la Plaza de Mayo para exigir la libertad del coronel Perón, ya adoptado por los trabajadores como su líder y quien los llevaría a la realización de sus ignorados derechos.


En estos 68 años hemos aprendido que si un movimiento político pretende permanecer en la historia, sus ideas deben ser permanentemente actualizadas, en lo que se refiere a las teorías y las formas de ejecución.


Los que son perennes son los principales objetivos: "la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación". Menos absolutos son las tres banderas, es decir: "la soberanía política, la independencia económica y la justicia social" por lo menos hasta que se concrete. Estos principios eran los que Perón llamaba -en los años cincuenta- la parte fija de la doctrina y en los setenta, "la ideología". El resto tiene que ser repensado constantemente.


En los setenta en lo que Perón llamo "la actualización doctrinaria", insistió en el continentalismo, del que ya había hablado en los cincuenta pero sin darle tanta trascendencia.

Asimismo en el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, después de tantos años de desencuentro, se remarcó el tema de la unidad nacional cuando dijo "para un argentino no hay nada mejor que otro argentino" y así tantos conceptos igualmente fundamentales de una época.


Estas premisas pertenecen hoy a la identidad de la mayoría de los argentinos. No existe partido o grupo que no reivindique la justicia social, la independencia económica y la soberanía política aun entendiéndolas de muchas maneras distintas. No se pueden obviar estas banderas, son certidumbres propias de nuestro pueblo.


Eva Perón decía sobre esta fecha emblemática: “una revolución histórica se justifica cuando sus causas sociales, políticas y económicas la determinan”.


Igualmente el concepto de comunidad organizada (núcleo sustantivo del peronismo) tan lejano de un estado totalitario como de un liberalismo asocial y egoísta, constituye el medio para la realización de un hombre libre en una sociedad igualmente libre.


En fin, la validez del justicialismo nada tiene que ver con repetir fórmulas elaboradas en el pasado. El peronismo es ajeno a cualquier forma de fundamentalismo: es una concepción que se acerca más a un modo de lectura de la realidad, a un método, que a una colección de afirmaciones dogmáticas.

Esas ideas-fuerza son las que requieren la lealtad de hoy en día que en definitiva es lealtad a la patria y al prójimo.



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