Por Francisco Grillo
La fecha del cierre para la
inscripción de las alianzas electorales marcó un punto inflexión en el panorama
político argentino. Los líderes de la polarización - Mauricio y Cristina -
movieron sus piezas con procedimientos atípicos en ambos personalismos. Es muy
posible que estemos en el comienzo de transformación tan demandada por los
ciudadanos.
Cuando la
desesperanza se hacía carne en el cuerpo y el alma de los sufridos habitantes
de este país. Cuando los impulsores del cambio estaban desilusionados por el
camino elegido para que los conduzca hacia el objetivo de terminar con los
estigmas del pasado que "golpe a golpe, verso a verso", nos empujaban
hacia el precipicio. Optaron por el único que no representaba a todos los
sectores responsables del retroceso argentino. Macri apuntaba a corporizar el
anhelado objetivo. Cambiemos resultó una coalición para ganar las elecciones,
pero no fue sólida en la gobernalidad. La falta de ella y la insuficiente
presencia legislativa, le impidió consensuar las reformas estructurales que
podrían haber engendrado la simiente de una nueva Argentina. Básicamente con
las reformas laboral, previsional, tributaria y fiscal. El tema económico
estalló con la crisis del 2018. Frente a las elecciones de este año, el
escenario del cierre de las alianzas se fue conformando obligados por las
necesidades de un armado estratégico para alcanzar la mayor competitividad
posible en aras de llegar al poder. En ese camino se fueron articulando
distintas acciones. Se partía de la base de dos nombres con fortalezas y
debilidades para continuar con la polarización. Macri y Cristina, en un
principio, resultaban el resumen de dos sistemas diferentes y contrapuestos.
Personifican la grieta tan mentada que nos separa y genera la figura del
adversario como el enemigo. Lo que se ubica por afuera de la racionalidad y la
inteligencia es la absurda confrontación por encima de los valores de ética,
moral y educación. Apareció la opción de una tercera fuerza representada por
Alternativa Federal. Formada por Massa, Urtubey, Schiaretti y Pichetto. A los
cuales se sumó Lavagna. Parecía una interesante propuesta que emergía como
aglutinante de los dos extremos. Sonaba como la manera de acabar con los odios
y divisiones que separaba a los argentinos. Era una forma de continuar con el
cambio con acuerdos y consensos a los cuales no se podría arribar con los otros
contendientes porque nunca caminarían juntos por ningún sendero. Ni siquiera
por el bien de la Argentina y de los argentinos. En ese sentido, Alternativa
Federal no terminaba de organizarse y siempre pasa, como con la izquierda argentina,
cuando no se ponen de acuerdo entre los propios es imposible que puedan gobernar
para todo un país. Lavagna con su negativa a participar de las internas para
dirimir la candidatura, exigía ser elegido sin pasar por las primarias. Su
espacio, Consenso, no consensuaba con nadie. Su propio ego superó a la
realidad. Era él o nadie. hasta último momento, un par de días antes del
cierre, trataban de convencerlo de pasar por las primarias como era el acuerdo
inicial entre todos. Fue el principio de la dilución de Alternativa. Será esta
la razón por la cual Massa elige separarse y buscar otros horizontes. O ya
estaba en sus planes y dudaba sobre la manera de hacerlo lo más elegantemente
posible. Aunque su partida resultó un poco inexplicable. Volvió al lugar de
donde se fue para pelear en su contra frenéticamente hasta ganarle en las
elecciones de 2013 y cortarle a Cristina su ambición de un tercer período. Ésta
realiza la primera movida en el tablero de ajedrez y sorprendiendo a todos, se
auto convoca como candidata a la vicepresidencia y lo unge a Alberto Fernandez,
otro que se fue del FPV y se cansó de rechazar su estilo de conducción. De
vuelta al hogar. Todos juntos, olvidemos los rencores para sacarle el poder a
Macri. No se sabe certeramente si el objetivo de este movimiento era traer a un
moderado, conciliador y estratega como Alberto para ampliar el electorado y
llegar a quienes Cristina, con su estilo radicalizado, jamás podría hacerlo ¿Alberto
moderará a Cristina o ésta lo radicalizará a Alberto? ¿quién de los dos
ejercerá el poder? Alberto lo convoca a Massa, este exige ir a las PASO con él,
la continuidad de sus gobernadores e intendentes y colocar a su esposa Malena
en Tigre en lugar de Zamora. Todos estos pedidos todavía no fueron aceptados.
Pero Massa parece que ya está dentro del Frente de Todos. Y fuera de su
ambición presidencialista. En consecuencia, Pichetto es convocado por Macri
como candidato a vice en el nuevo Juntos por el Cambio. Lavagna arregla con
Urtubey para ir como vice. Y así se licua la fuerza que podría alcanzar
Alternativa Federal con todos los fundadores unidos en un espacio. Con
Pichetto, Macri responde a la movida de piezas de Cristina y se arma una
trasformación en el panorama de la política. Los dos tanques, Macri y Cristina,
casi sin proponérselo, dejando de lado el dogmatismo de sus personalismos, se
convierten en generosos pragmáticos. Capaces de resignar parte de su poder,
abrirse y darles participación a otras figuras. Como Alberto y Pichetto, que,
por sus capacidades de diálogo y estrategia, se convierten en los armadores de
la ampliación de estas dos grandes coaliciones. Como en Chile, de Centro
Izquierda y de Centro Derecha y en ambas, confluyen mezclados, los partidos
políticos tradicionales. Algo así como la Trasversalidad de Néstor, pero por
dos. Alberto, empezó antes y ya logró reagrupar a gran parte del peronismo.
Pichetto, recien llegado, se mueve para armar la agrupación peronista dentro de
Juntos por el Cambio. Peronismo Republicano o Federal. Toma, Puerta, Eduardo
Camaño, entre otros operadores, lo acompañan para convencer a los gobernadores
de provincias como Córdoba-Chubut-Río Negro-Neuquén-Misiones y Santiago del
Estero e intendentes de varios municipios, a seguirlo en el cambio. Una
alternativa es la boleta corta y otra que la agrupación participe de las PASO
en algunos distritos con lista propia o integrando listas del espacio. Alberto y Miguel van por más electorado y mayor
gobernabilidad. Posiblemente sea
así. Nadie puede asegurar nada. Pero de esta manera el camino es otro. Soñar no
cuesta nada. Pero, sea quien fuera que triunfe, no podrá gobernar sin acordar
con los otros. La conclusión es que por motivos casi forzados se ha planteado
un escenario diferente con un armado político distinto y más aglutinante. Nos
produce una leve esperanza que pueda comenzar una nueva etapa para encarrilar a
la Argentina en el rumbo adecuado para lograr el desarrollo y la estabilidad
que nos saquen de décadas de ir retrocediendo. Es mucha la ventaja que nos
sacaron los países que crecieron en forma sostenida. Es hora de recobrar el
tiempo perdido
Cómo siempre, excelente informe amigo Grillo. Abrazo.
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