miércoles, 26 de septiembre de 2018

Argentina, otra vez, en estado de emergencia


Por Francisco Grillo

Se repiten, en forma cíclica, en nuestro país, los períodos de crisis. Descifrar el origen de los mismos es el gran misterio que no podemos resolver. Los economistas, especialistas en la materia, ensayan miles de interpretaciones. Todos y cada uno hablan de soluciones que nunca llegan y sacuden la estabilidad de la economía del país y de sus indefensos habitantes.



Hace tres meses, este gobierno, con más errores que aciertos, iba piloteando la situación. Sin grandes logros, pero manteniendo una moderada marcha en su gestión. Después del éxito de las elecciones de medio término, se había posicionado con un futuro promisorio mirando a la continuidad en la administración del país. De repente, explotó el dólar. Esto da por tierra con todos los planes. Es casi imposible adecuar una economía basada en un tipo de cambio de $ 27 a 30 y llevarlo a una paridad rondando los $40. Altera todo el funcionamiento de la sociedad. ¿Es un golpe de mercado? ¿Una maniobra destituyente desde la política? ¿El factor externo? ¿Los errores propios? Es muy difícil acertar el diagnóstico. Las versiones sobran. Lo concreto es que los argentinos sufrimos las consecuencias. Se apeló, nuevamente, a renegociar con el FMI buscando el adelanto de capital programado para los próximos años, para ayudar a salir de esta incómoda crisis. Todavía no se dispone de una respuesta concreta pero la tendencia puede ser que se resuelva seguir apoyando a nuestro país. Ayudando a revertir lo que no podemos realizar por nuestra cuenta. Es tan complicado imaginar los motivos por los cuales, desde mediados de la década del 40 hasta nuestros días, vamos de crisis en crisis. La inflación y los déficit fiscal y comercial son los indicadores de nuestro mal desempeño en las sucesivas administraciones de gobierno. Lo concreto es que nuestra moneda va perdiendo su valor en forma estrepitosa en cada uno de estos episodios. Comparado con otros hechos similares, todavía transitamos consecuencias menos graves. Por ejemplo, vale recordar el Plan Austral del gobierno de Alfonsín que fue diseñado para tratar de parar la inflación que crecía vertiginosamente. Se creó una nueva moneda, denominada Austral. Un Austral equivalía a 1000 pesos argentinos, a 10 millones de pesos ley, a 1000 millones de pesos moneda nacional y a 25.000 millones de pesos moneda corriente. En esos valores podemos dimensionar la depreciación catastrófica que fue sufriendo nuestra moneda. El Austral, en su comienzo, cotizaba a 0,82 centavos por dólar en 1985 y terminó a 7.000 por dólar en 1992, cuando el ministro Cavallo, ya con Menem en el gobierno, establece el Peso Convertible. Con una apertura de 1 a 1 frente al dólar, llevando 10.000 australes a un peso convertible. Son relatos de una película de terror. Estamos lejos de estos momentos. Pero no exentos de caer nuevamente. En los últimos tiempos de Alfonsín, con una inflación insostenible, Cavallo acudía a sus contactos en Nueva York para evitar que acepten los pedidos de ayuda monetaria para contener la inflación. Ahora Guillermo Moreno, escribe una carta a Cristine Lagarde solicitando lo mismo para este gobierno. La administración de Argentina que gestiona para todos los argentinos. Eso es lo que hay que cambiar. La mezquindad de sectores que solamente piensan en ejercer el poder para su propio beneficio personal. El cual está ubicado, en el sentido opuesto a las necesidades del pueblo argentino. Sea quien sea que se siente en el sillón de Rivadavia, es el que gobierna a los argentinos. Y la sociedad en su totalidad debe tener la suficiente responsabilidad para apoyarlo hasta que termine su mandato constitucional. De más estaría explicar que a la sociedad también pertenece la clase política. El gobierno, además de su búsqueda por equilibrar la economía no puede dejar de atender las demandas de los trabajadores. La inflación desatada pulverizó el poder adquisitivo. Es vital resolver este tema. No es por ese lado que hay que limitar el gasto excesivo.         

Mientras escribimos esta nota se produce el alejamiento de su cargo, del Presidente del Banco Central, Luis Caputo. Diferencias entre éste funcionario y el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, produjeron la renuncia en pleno final del acuerdo con el FMI y en medio del debate por el presupuesto. De movida se produjo un repunte de la cotización del dólar, pero se estima que la noticia sobre la definición por el acuerdo con el fondo recuperará el estado de normalización anterior a este hecho. El reemplazante de Caputo en el BCRA será Guido Sandleris.  
                                                                                                         
Cuando llegue el tiempo de elecciones, es el momento que termina la filmación de la película sobre lo acontecido en el período de gobierno de la administración Macri. Hasta el momento sólo hemos visto escenas. A partir del rodaje del film completo podremos analizar y opinar sobre la calidad del mismo. Ese será el tiempo en que el actual presidente deberá comunicar si cumplió con sus promesas: “Parar la inflación, no cobrar el impuesto a las ganancias a los trabajadores, mejorar el desempleo y, sobre todo, pobreza cero”. Tomó el compromiso, con sus declaraciones, que por éste último concepto deberíamos medir su gestión. Mientras tanto, la consigna es apoyar y jugarnos a salir de la crisis. Si lo consigue, lo logramos todos y para nuestro bien. El beneficio para el pueblo argentino. El que no pueda alcanzar la altura necesaria para afrontar las responsabilidades, que se dedique a otra cosa. No se puede perder más tiempo con los incapaces y corruptos. La marcha de la Argentina hacia el futuro no puede frenarse por los ineptos. Votamos por cambiar para crecer y seguiremos cambiando las veces que sea necesario. Los nombres y las ideologías no interesan. La prioridad es el bien común antepuesto al interés personal. Por décadas arrastramos modelos que nos postergaron. Cuando buscamos en los archivos encontramos que, todo ese valioso período de nuestra historia transcurrido por más de medio siglo, fue desaprovechado. Mientras las demás naciones, como podían, no detenían su marcha ascendente, nosotros íbamos para atrás. Perdiendo objetivos alcanzados como el auto abastecimiento de combustibles y energía, una amplia red de ferrocarriles, la fabricación del material rodante (vagones y locomotoras), industria pesada, automotrices con una mayor integración de partes nacionales, el campo liderando las cifras de exportación frente a los competidores, etc. Argentina fue retrocediendo gradualmente. El cambio es volver al objetivo del desarrollo que significa el crecimiento.

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