lunes, 14 de marzo de 2016

El presente y el futuro del gobierno: Ojalá sea cierto

Por Francisco Grillo



La llegada del mes de marzo marcó el final del “veranito” que enmarcó el comienzo de la gestión de Macri como presidente de la República Argentina desde su asunción del 10 de diciembre del 2015.
Durante ese lapso se tomaron varias medidas al impulso de los decretos presidenciales. Eran momentos de poner en marcha el cambio anunciado. Debemos comprender que para que esto suceda hace falta tiempo, nada se modifica de la noche a la mañana, mucho menos un país. La vuelta de timón para torcer el rumbo no puede generar una respuesta inmediata. Lamentablemente los primeros tiempos son difíciles y hasta dolorosos. A partir del 1º de marzo, con el discurso de apertura de las sesiones ordinarias del congreso, Macri comenzó un nuevo período donde el debate: el consenso y las negociaciones por la aprobación de los proyectos deberá pasar por este órgano. Es el momento de la verdad y del compromiso con la república de los que integran las dos cámaras, pertenezcan al espacio que sea. Su compromiso es con la república y los argentinos que están por encima de sus intereses partidarios. Confiamos en que se pongan a la altura de las circunstancias. Al no existir mayorías absolutas, se volverá a un congreso democrático y participativo que se enriquecerá en sus funciones.

Por eso, por las paritarias, por el blanqueo de las tarifas, la definición de ganancias y otros temas similares, afirmamos que en marzo se acabó el verano y el trabajo será arduo para el oficialismo y la oposición. Fuentes bien informadas infieren que en la estrategia de la cúpula de Cambiemos está prevista una primera etapa donde los esfuerzos están dirigidos a encauzar los temas que consideran erróneos de la conducción anterior: el cepo, las retenciones, el déficit fiscal, fondos buitre, paritarias, inflación, impuesto a las ganancias, devolución del IVA, subsidios, obras inconclusas, transparentar el empleo público, corrupción, narcotráfico, justicia independiente, reabrir los contactos internacionales, recuperar la inversión, etc. Esto sucedería en el primer semestre del año, que es el lapso más complicado y difícil para la sociedad que tendrá que soportar las consecuencias inmediatas de la devaluación producida por el levantamiento del cepo que trae aparejada la liberación del mercado de cambio, la adecuación y estabilización de la cotización del dólar y una suba en los precios de los productos. A lo cual se suma el aumento que tendrán las tarifas de los servicios públicos por la quita de los subsidios que congelaron los valores por más de una década. Es la parte más complicada que deberá absorber, una vez más el ciudadano, con la promesa de un futuro mejor que estaría previsto en una segunda etapa, a partir del segundo semestre, donde se iniciaría la reactivación de la economía apostando al crecimiento. La llegada de inversiones producto de la solución del tema de los fondos buitres que abriría las puertas al mercado internacional. Acompañado por la tarea de recomponer las relaciones con el resto del mundo, como comenzó a suceder con la concurrencia a Davos, la visita de Hollande, la de Obama para el 23 de marzo. El encuentro de Macri con el primer ministro de Italia, Matteo Renzi, después de la entrevista con el Papa Francisco, quién felicitó a Macri por al avance con los holdouts y prometió una visita para julio después de que se haga presente en nuestro país una misión italiana de empresarios e inversores. También le aseguró el apoyo de Italia para que Argentina reciba la cumbre del G20 para 2018, las cuales son señales claras de que el país pueda recibir inversiones. Cuando hablamos de “inversiones” algunos tiemblan con escuchar solamente la palabra. En forma inmediata se la asocia con endeudamiento y sometimiento.

No es ese el objetivo. Las inversiones bien utilizadas se traducen en obras de infraestructura y fuentes de trabajo para solucionar los problemas de la falta de empleo y lograr el objetivo de la pobreza cero. Valga la aclaración para este concepto. La pobreza cero es un objetivo casi inalcanzable y pretencioso. Lo que importa no es llegar sino el camino. Buscando ese rumbo se va bajando el nivel y aunque no llegue a cero y fuese uno o dos, es válido. En esta nueva etapa esta prevista como una inyección de optimismo y buena onda para promover el comienzo del desarrollo y el despegue para los argentinos. Ojalá sea cierto.

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