martes, 14 de agosto de 2018

Pensar en grande


Por Francisco Grillo

Nuestra querida Argentina está transitando por una etapa de crisis. A partir del momento en que, el resultado de las elecciones presidenciales del 2015 refleja la decisión de la mayoría del pueblo en cambiar el rumbo. Se optó por el candidato menos comprometido por el pasado. A ese espacio político no le alcanza, por sí sólo, gestionar con eficiencia para conseguir revertir la situación.


Para reemplazar los sistemas empleados, una y otra vez, que fracasaron consecutivamente a lo largo de setenta años, es necesario salir de la grieta. Los movimientos hegemónicos no tienen ya lugar en este contexto. La República necesita de un acuerdo que fije su objetivo en el desarrollo apostando al futuro. Seguramente, Unidad Ciudadana no aceptará ninguna participación. La base del consenso debería surgir de la unidad de criterios entre el PRO, el resto del peronismo incluyendo a los gobernadores y el Frente Renovador. El pacto deberá armar las bases de un proyecto a mediano y largo plazo del modelo productivo. La única posibilidad genuina de equilibrar los déficits fiscales, comerciales y financieros es optimizar la producción en todos los niveles generadores de recursos. El perfeccionamiento de la actividad agropecuaria que se transforme de “granero a supermercado del mundo”. Con toda la implicancia que ello representa. Multiplicando el valor agregado de los productos y aumentando considerablemente la recaudación y la ocupación laboral. Incrementar las inversiones en la industria de todo tipo. La minería deberá ser reciclada y redimensionada para su explotación con los máximos protocolos de seguridad. El litio y su proyección es uno de los indicadores que este sector puede alcanzar también altos valores de aportes para el crecimiento. Y seguimos con la pesca, hidrocarburos, energías renovables, el software, la tecnología espacial (INVAP como ejemplo). Muchos otros temas para lograr una mayor recaudación fiscal para estabilizarnos con fondos genuinos y redituables. Por nuestro potencial y las enormes posibilidades de recursos es que nos cambiaron la categoría a País Emergente, sin que nos engañemos por ello porque esta es solo una de las variables de calificación, pero representa un pasito adelante. Nos falta mucho camino para entrar en la senda del desarrollo. El único medio posible es ser sustentables y creíbles. Para eso debemos unir fuerzas. Si logramos la unidad para sentar las bases de una Nación que elige un camino de desarrollo y hacia él nos dirigimos convencidos y hacía allí queremos ir con determinación, y lo hacemos compartiendo el proyecto entre la mayoría de la sociedad y la clase dirigente, sin importar ideologías, entonces, podremos y merecemos integrarnos al mundo. Sabrán que, en el 2019, gane quien gane, seguiremos avanzando y con un plan. Entonces, sí, nos creerán y nos seguirán apoyando. En el exterior nos miran con mejores ojos que los propios. La actitud del FMI nos demostró su confianza. Creyó en nosotros. No para hundirnos. Quieren que nos incluyamos en la comunidad mundial. El G20 es otro reconocimiento. Nos valoran. Pero nosotros creemos que lo hacen para someternos. Para integrarnos y competir debemos estar enteros y con fuerza no débiles y divididos. Como un país progresista (en el verdadero significado de la palabra) y emprendedor con todas sus capacidades a pleno. Confían más, en que podemos lograrlo en el exterior, que nosotros mismos. Nuestra propia y malograda interna confluye en una grieta en lugar del acuerdo amplio. La crisis es dura, hasta cruel, pero nos brinda la oportunidad de acabar con ella para siempre. Salvando las distancias y las circunstancias, esta situación es algo parecida a lo que ocurrió con España cuando fue aceptada en la Unión Europea, por esos tiempos se denominaba Comunidad Económica Europea. Se encontraba en un momento muy difícil de su economía y las variables de todo tipo estaban por debajo de los valores de bienestar. Les resultaba imposible encauzar el rumbo. Bastante similar a lo que nos pasa desde hace décadas. Estando Franco en el poder, en el año 1962, intentaron la inclusión de España en la Comunidad, pero fueron rechazados porque, además de la economía, para ser parte, era necesario constituirse en un estado democrático. En el año 1979 se reinician las negociaciones, ya sin Franco, la península se encontraba en pleno período de recuperación del régimen democrático y con la unanimidad de las fuerzas políticas para reformar el sistema y de ingresar en la comunidad. En 1985 se firma el acta de adhesión. Tuvieron que realizar un ajuste en varias actividades. Se realizaron acuerdos en todas las áreas. Integrar un bloque de esa naturaleza implica que debe existir una paridad de criterios entre todas las naciones integrantes y con manejos similares en todos los aspectos. Comenzando por la moneda, que cuando se convirtió al euro necesitó emparejar las economías de los distintos países, para que pueda funcionar. Los españoles hicieron el esfuerzo, fueron ayudados con inversiones y se integraron a un mercado muy importante. A partir de allí, se estabilizaron y crecieron en todos los aspectos. Estamos lejos de ese objetivo y de Europa, pero, se puede y debemos aspirar al intercambio del comercio en forma global. El mundo es amplio y diverso. Tenemos muchas posibilidades de fortalecer la producción y negociar exportaciones de las más diversas especies. Ese es el rumbo en el cual debemos encaminarnos. Dejar los desvaríos de la política mezquina y barata que termina siendo el beneficio para unos pocos y pensar en grande. Tan en grande como lo es nuestro territorio y mucho más que las pequeñas mentes que prefieren continuar con el chiquitaje.


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