Por Francisco Grillo
El
relato de un simple chofer, que era parte del sistema y le pagaban muy bien por
su desempeño, disparó la revelación de hechos puntuales de recaudación de
dinero de origen y destinos espurios. La comprobación de la Justicia de esos datos
reveló una cantidad de personajes que no paran de hablar y denunciar.
Todas las grandes causas terminan abriéndose por algún hecho inesperado
e insignificante. A través de los años iban apareciendo denuncias para los
integrantes del anterior gobierno sobre diversos actos de apropiación indebida
de dinero generado por actos de corrupción. Desde 2003 al 2015 en 2.160
oportunidades. Claro que los integrantes del Poder Judicial se encargaban de
invalidar o cajonear a cada una de ellas. Así continuaban alegremente su marcha
en el gobierno. Regalando caramelos al pueblo y empoderando sus arcas y
saqueando al Estado. Contando con jueces como Norberto Oyarbide, al cual le
llegaban las causas más comprometidas luego de sorteos manipulados. En los
cuadernos de Centeno se lo mencionaba y por esa razón fue citado a defenderse
en indagatoria por el juez Bonadio y lo hizo como arrepentido. Llorando pedía
protección y solicitó custodia para protegerlo. Allí reconoció, sobre el
sobreseimiento en la causa de enriquecimiento
ilícito del matrimonio Kirchner: "Yo
sobreseí en base a todo lo que me dijeron. Había que hacerlo. Y así fue que
transcurrió. Esa era la pura verdad”. Así de simple los liberó de cargos muy graves y los dejó que
continúen acumulando bienes ilícitos perjudicado al pueblo que deberían
gobernar y proteger. No es necesario puntualizar cada uno de los casos. Son
demasiados. Pero lo del juez es un ejemplo de cómo se manipulaba todo y la
impunidad que permitía actuar con toda libertad. Como en un juego de dominó,
van cayendo los personajes y se comprometen entre sí. Es abrir un camino nunca
visto, por su magnitud, para la investigación que lleve a descubrir los
movimientos realizados para recaudar, concentrar y esconder el dinero. Entre
los ex funcionarios hay aportes como los de Wagner y Clarens, que exponen
hechos que van esclareciendo las causas y encontrando a los responsables. Julio
López, que se remitía a decir que el dinero de los bolsos era de la política y
muy cauto en sus declaraciones, por miedo a las amenazas recibidas, ahora,
protegido, no para de hablar y denunciar infinidad de detalles y responsables.
Claudio Uberti, ex
presidente del Órgano de Control de Concesiones Viales, se entregó como
arrepentido a los Tribunales Federales declarando que, entre 2003 y 2007
cumplía con el rol de recaudar dinero de las concesionarias viales y se lo
llevaba a Kirchner y que era supervisado por Jullio De Vido. Dentro de este grupo también fueron detenidos: Oscar Centeno, chofer de
Roberto Baratta en el ministerio de Planificación y autor de los cuadernos;
Roberto Baratta, ex subsecretario de Planificación y Control de ese ministerio;
Nelson Lazarte, ex secretario de Baratta; Enrique Llorens, ex secretario de
Planificación y Control; Hugo Larraburu, ex coordinador técnico de la Jefatura
de Gabinete; Walter Faygas, ex presidente de Enarsa; José M. Olagasagasti, ex
secretario de Julio De Vido; Juan C. Lascurain, ex titular de la Unión
Industrial; Ezequiel García, ex director de Energías Renovables; Hector Gómez,
ex asesor del Ministerio de Planificación. También aparecen los empresarios.
Son los que se quiebran más rápidamente y buscan deslindar culpas. Son parte
del circuito. El efecto de la causa: Gerardo Ferreyra, director de
Electroingenieria; Francisco Valeni, Director de Impsa; Rodolfo Poblete,
directivo del Grupo Romero; Raúl Vernia, de Servicios Vertúa; Carlos Mundin,
director de BTU y una larga lista que sigue creciendo. Los arrepentidos hasta
el momento, llegan a trece, y en la medida que se verifique la veracidad e
importancia de sus declaraciones se determinará como se encuadra su situación
procesal. Pueden conseguir reducción de sus condenas, pero a riesgo de que, si
resultara un falso testimonio, la pena llegaría hasta los cuatro años de
detención. Los cuadernos, fotocopiados, con los originales supuestamente
quemados, cobran validez por el reconocimiento de su autor. La otra duda: que
fueron escritos en otros momentos al tiempo real, tampoco le quita
credibilidad, porque el periodista Cabot, que los recibió, los entregó para que
sean investigados por la Justicia hace seis meses y ésta actuó con eficiencia,
como no se hizo anteriormente, corroboró muchos de los datos y encontró
certidumbres. Confirmadas luego por los inculpados y arrepentidos. Todos
coinciden en una matriz, un protocolo de recorridos en la recolección del
dinero en forma planificada con determinada periodicidad, a que lugares, a
quienes y donde los entregaban. La sociedad merece y exige que la investigación
alcance los niveles máximos de responsabilidad e incluyan el descubrimiento del
destino de los capitales ilícitamente desviados de las arcas públicas a los bolsillos
de los corruptos. La Argentina y sus ciudadanos piden a gritos que este sea el
modo de extirpar estos procedimientos que tanto perjudican al país y a la
sociedad. Los dineros que no van al
pueblo dejan a este con carencias en los hospitales, escuelas, trabajo y todas
las peores consecuencias. Se roban el presente y el futuro. Que esto se aclare
y que los que son culpables paguen por sus actos, se les confisque lo robado y
que nunca más puedan ejercer un cargo público. “Nunca más la corrupción”. Es
un tiempo decisiones, una bisagra entre el pasado y el futuro para extremar los
recursos constitucionales e institucionales para establecer los mecanismos
necesarios de control y condenas de los funcionarios. Para que este maltrato
del poder no se vuelva a repetir. La corrupción viene de lejos, nunca debe ser
admitida, pero en esta oportunidad, la dimensión de lo actuado sobrepasó todos
los límites. Es imposible e indefendible aceptar y dejar sin sancionar
debidamente a los culpables. La Argentina reclama y necesita que las personas
de bien jueguen para el pueblo, de verdad, sin demagogias y se unan para
terminar con la delincuencia. Como dice el preámbulo de la Constitución
sancionada en 1853: …”con el objeto de constituir la unión nacional afianzar la justicia,
consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar
general y asegurar los beneficios de la libertad…”. Gran deuda tenemos
los argentinos con estos principios, desde la grieta entre “Unitarios” y
“Federales” hasta el presente. Siempre enfrentados, nunca resolvimos el primer
concepto, “la unión nacional” para seguir con el resto de los enunciados y
construir la Argentina que soñaron nuestros próceres. Pareciera que nuestros funcionarios y legisladores no
leyeron ni siquiera el preámbulo de la Carta Magna. No lo conocen o prefieren
actuar de manera inconstitucional, traicionando su espíritu. ¿Cuándo comenzamos a constituir la unión
nacional?
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