Por Francisco
Grillo
En plena
etapa de resolver los temas del presente, como la cotidiana inflación, los
acuerdos por el ajuste y el presupuesto, la reducción del déficit fiscal -por
la propia necesidad de encarrilar la economía, luego del vendaval producido por
las corridas y el aumento del dólar y cumplir con los acuerdos con el
FMI-aparece en escena el comienzo de la campaña electoral.
Los plazos se
van achicando. Es de inmediata necesidad de ejecución el racimo de temas
enunciado en el copete y muchas de las acciones de los espacios políticos se
enfocan en la manera de acceder a la próxima contienda electoral que definirá
cuál será la siguiente administración a este período de gobierno. En un año se
realizarán comenzarán las internas para la elección presidencial. Están acá
nomás, a un paso. El país se encuentra en el punto más débil del mandato de
Macri. Con los atenuantes del legado recibido, más la sequía y las corridas, la
realidad es que se han tomado medidas que no han logrado solucionar los dilemas
que vienen de allá a lo lejos. Incluso, desde antes del anterior gobierno.
Faltaron los diálogos y acuerdos para consensuar encarrilar los objetivos del
Estado en un plazo más alejado del vencimiento de los períodos de los mandatos
presidenciales. Ahora le tocaba a este espacio, pero hay que pensar en 10 o 20
años para poner en marcha el despegue. Así lo han hecho los países que tuvieron
éxito en sus políticas de Estado. Incluso nuestros vecinos. El convenio con el
FMI exige el cumplimiento de metas impuestas por nosotros mismos que tienen que
lograr el equilibrio fiscal y bajar la inflación, entre otras cosas. Se
difundió que los ajustes no tocarían a los más vulnerables. Eso esperamos. Para
cumplir con estos requisitos que estabilizarían al país y a los argentinos, es
necesaria la participación de todos los partidos políticos y las instituciones
como los sindicatos y organizaciones sociales. Pero, como en “el don
pirulero, cada cual atiende su juego”. Si bien todavía no están
definidos los rumbos a seguir por los partidos de la oposición, sobre todo el
peronismo. Irán en un bloque, todos juntos o por un lado el kirchnerismo con
Cristina candidata o no, y por el otro los dialoguistas, federales o
racionales, con o sin el Frente Renovador de Massa. Todos los días surgen
versiones, pero no hay nada concreto. Le haría muy bien a la Argentina que
aparezca una propuesta opositora que cuente con una plataforma que resulte
incluyente y moderada para no desandar caminos ya transitados y que ya
exprimieron todo el jugo que podían ofrecer. Necesitamos propuestas superadoras
mirando hacia el futuro para avanzar. Ya no queremos volver al pasado.
Crecimiento y desarrollo son las únicas opciones posibles después de tanto
retroceso. Cada vez estamos más lejos del resto del mundo. No hay otra
alternativa que seguir conectados a él. Pertenecemos al planeta Tierra y somos
parte de ella. Mientras tanto, el Gobierno apela a la aplicación del convenio
con el FMI para lograr revertir, en la recta final, un desempeño en donde
encontraron obstáculos complicados de resolver y una conducción que cambió las
formas, pero no acertó en el camino certero. El mismo Macri, en su autocrítica
manifestó que: "domar la inflación no era tan fácil como lo pensaba en
2015". También reconoció un exceso de optimismo con las metas de un
dígito proyectadas para el año 2019. Evitó aplicar el shock fiscal para reducir
el impacto social. Optó con el gradualismo y el endeudamiento externo. Este
panorama, acompañado de una dosis de suerte esquiva, como la sequía y la baja
del precio internacional de la soja, redujo en forma considerable el valioso
aporte del campo, más la suba de las tasas en dólares en EE.UU. y las corridas
bancarias desembocaron en la escapada del dólar-un 50%- y como efecto dominó,
la aceleración de la suba de los precios. Esto es, ni más ni menos que una
fuerte devaluación. Por más críticas que se hayan desatado por el hecho de
recurrir al FMI, era una de las pocas alternativas que le quedaba al gobierno
de Macri para intentar salir de la crisis.
Ya estamos en ese rumbo consensuado entre el
Estado y el FMI. La meta convenida en relación al déficit es del 1.3%. El
Estado argentino deberá decidir la manera que le permitirá llegará a ese
ahorro. Cuáles serán los segmentos a los que reducirán su presupuesto. Macri,
en este sentido, exhortó al compromiso de los gobernadores de las provincias
con esta frase: "Espero un nivel de
responsabilidad inédito de las provincias para cumplir las metas de bajar el
déficit primario al 1.3% del PBI en el presupuesto nacional para 2019 y la
inflación en más de 10 puntos porcentuales a fin del año próximo". De
cómo resulten todas estas medidas y el logro de las metas fijadas dependerán
las posibilidades de cada uno de los espacios políticos y de qué forma se
conformarán las candidaturas. Las mediciones del gobierno han bajado mucho
después del éxito electoral del 2017. El camino a recorrer de aquí en adelante
determinará si le da el cuero para revertir la tormenta y enderezar el rumbo
para alcanzar los objetivos principales y renacer en sus aspiraciones de
reelección o bajará sus pretensiones y allí se verá quién le disputará la
elección. Por el momento, “cada cuál atiende su juego”. Lo mejor para el
país es que el juego de todos lo atendamos entre todos. Para eso jugamos en el mismo
equipo.
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