Por Francisco Grillo
A partir de su asunción como presidente, del 10 de diciembre de 2015, Mauricio Macri impulsó un nuevo camino para la Argentina.
Confirmó los ejes principales de su campaña al fijar como principales objetivos unir a los argentinos, pobreza cero y la lucha contra el narcotráfico.
Una tarea mucho más compleja que su simple enunciación. De movida, la impronta personal del nuevo presidente, en la gestualidad de sus actos, lo diferenció de la anterior mandataria. Se abrieron las puertas de “la Rosada” para recibir a los funcionarios propios y opositores, también al periodismo. Sorprendió con sus discursos cortos y concretos al fin de los cuales concedía conferencias de prensa donde contestaba las preguntas de todos los periodistas sin importar su procedencia. Era el momento del inicio de una nueva época para el país y la sociedad. Solo el tiempo podrá dar la respuesta al interrogante que se plantea ante un manejo distinto del poder. Muchos pretenden anticipar el resultado final antes de jugarse el partido. Esto solamente se sabrá en la medida que transcurra el juego. Cuando asumió Nestor Kirchner, el pueblo y los medios lo apoyaron como corresponde cuando se inicia un nuevo ciclo. Hasta Clarín se convirtió en un vehículo de consolidación del poder y la gestión del nuevo presidente. Esta actitud positiva ayudó en gran medida para que Néstor alcanzara cumplir con algunos interesantes objetivos que le hicieron mucho bien al país en sus primeros años. Luego, la 125 dividió las aguas y comenzó la odiada grieta que convertiría a la sociedad en amigos o enemigos. Ese fue el inicio de la caída paulatina y constante de los principales indicadores económicos y sociales. El país que hereda Macri es una madeja complicada en gran parte de las áreas de la gestión. No se trata de deshacer todo lo actuado: hay cosas rescatables que, según los anuncios, continuarán. Otras deberán ser modificadas o cambiadas. Hay mucho para reordenar. Es necesario que los argentinos podamos comprender que, por decisión de la mayoría (aunque la diferencia haya sido mínima) Macri es nuestro nuevo presidente. La tarea es muy complicada. Tenemos que apoyar y dejar actuar. Que desarrolle su gestión poniendo toda la energía en lograr los objetivos planteados –unir a los argentinos, pobreza cero y la lucha contra el narcotráfico– ¿o acaso esos temas no son prioritarios para todos?. Seguramente el camino elegido para obtener el éxito no coincide con unos y otros. Por distintos rumbos se navegó, en años anteriores, con buenos y malos resultados. Febrero y marzo serán meses complicados por el sinceramiento de los subsidios a las tarifas de los servicios, las paritarias y la negociación con los fondos buitre. Esperemos que podamos , entre todos, superar el tiempo de temporales para poder salir de la etapa de reacomodamiento y pasar a la de consolidación del proyecto de encausar la economía y comenzar a construir un país más sustentable para crecer y estabilizarnos como sociedad. Por lo menos debemos darle la oportunidad de demostrar que puede lograrlo. Nadie tiene el poder de adivinar el fracaso. El canciller Susana Malcorra, marcó una línea a su regreso de Davos: “Expandir las relaciones es la forma de avanzar. Debemos generar confianza, nos la tenemos que ganar y eso no significa aceptar imposiciones. Ya probamos, y no nos fue bien, con las relaciones carnales y con cerrarnos al mundo. Argentina está pensando y posicionando distinto”.
El texto de Antonio Machado le cae tan justo a este momento de los argentinos que parece escrito hoy mismo para llamarnos a la reflexión: “Caminante, son tus huellas, el camino y nada más;
Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca,
se ha de volver a pisar”.
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