Por Francisco Grillo.
El
domingo 22 de octubre se llevarán a cabo las elecciones Legislativas 2017 donde
se definirán las renovaciones de bancas de las dos cámaras del Congreso. Este
es el momento de la verdad. En esta instancia se juega por los porotos. Los
espacios políticos salen a competir para ocupar las bancas que se ponen en
juego. Los que junten más cantidad de porotos serán los ganadores, el resto
acompañará en la función de legislar y
consensuar para el desarrollo de Argentina.
Se renuevan 127 bancas en
la Cámara de Diputados, la mitad del total y 24 senadores que corresponden a un
tercio del cuerpo. También cargos provinciales y municipales en 15 distritos.
Después del resultado de las PASO es posible manejar cifras de acuerdo a los
votos obtenidos por los pre candidatos que participaron. Es muy posible que, en
esta oportunidad, los guarismos sean parecidos. Sin embargo, las encuestas que
se van conociendo en los días previos, indican un avance gradual del
oficialismo sobre Unidad Ciudadana en el traspaso de electores, como sucede
habitualmente luego de cualquier Primaria, se polariza aún más entre el primero
y segundo partido que concentran parte de los votantes del resto de las listas.
Otro factor para subir los porcentajes es la mayor concurrencia de ciudadanos a
las urnas en una elección definitiva. La polarización entre el gobierno y
Cristina es un hecho que fue muy polemizado, sobre todo por los integrantes de
los partidos que quedaban detrás de esa discusión. No es ninguna novedad que en
nuestro país las competencias electivas se concreten entre dos espacios que se
colocan por arriba del resto. Desde 1912, año en que el acto electoral comenzó
a ser regido por la Ley 8.871 (conocida como Ley Sáenz Peña), siempre el
resultado fue definido entre dos fuerzas polarizadas. Así funcionó la
democracia en nuestro país. Como en otras partes del mundo. Por lo general son
dos los espacios que concitan los sufragios de las mayorías. Lo negativo de las
campañas está representado por el carácter agresivo y violento que suele rodearlas.
Manifestaciones, tomas de colegios, amenazas de bombas en ellos, son prácticas
que nos alejan del camino democrático y nos llevan a una confrontación sin
sentido que engendra el odio y el alejamiento del raciocinio y del sentido de
comunidad. Podemos competir para alcanzar el poder, pero debemos compartir los
objetivos colectivos necesarios para conducir a una Nación. Después de
terminada esta instancia con el cierre de los comicios del 22 de octubre el
camino que nos queda es juntarnos para avanzar en los grandes temas que debemos
resolver entre todos. El oficialismo seguramente saldrá fortalecido, comenzará
a acelerar con distintos proyectos y con la gestión. Cuando se acaban los
tiempos electorales deben dedicarse a gobernar y buscar el diálogo con la
oposición que es parte de los cuerpos legislativos y responsable de lo que allí
se decida. El peronismo comenzará a reordenarse y adecuarse a la realidad y a
los nuevos rumbos que nos va marcando el ir avanzando en la cronología del paso
del tiempo. Lo mismo para el resto de los partidos. Todos son parte del sistema
de gobierno y deben comprometerse sin mezquindades. Debemos tomar conciencia
que la humanidad sigue su camino de progreso en la medida que pasan los
años. No podemos permitirnos relegados
en el pasado anacrónico. La grieta que nos divide debe ser zanjada. Se vienen
los acuerdos entre el gobierno nacional y lo gobernadores de las provincias.
Son los que están a obligados a gestionar en sus distritos para darle bienestar
a la gente y solucionar sus problemas. Que tienen dudas pendientes desde varias
generaciones. Recordemos que somos un país Federal y volquemos los esfuerzos en
actuar en consecuencia. Cada provincia debe ser asistida para conseguir el
desarrollo. Deben solucionarse inmediatamente las diferencias de la
Coparticipación. Cada una debe recibir lo que les corresponde. Es necesario
meterse de lleno a debatir sobre las reformas laborales, educativas,
previsionales, tributarias, judiciales y sociales. La industria, el agro, la
energía, la minería. El déficit fiscal, la inflación, y la economía. Temas que
deben ser tratados en el Congreso y discutidos y con el aporte de cada sector para
ir modificando los proyectos hasta alcanzar la aprobación por consenso. Son
políticas para los próximos años. Que deben ser sustentables y duraderas.
Políticas de Estado a largo plazo para establecer un modelo de país con reglas
claras, justas y modernas que nos conduzcan a mejorar las carencias que nos
impiden avanzar. Se está comenzado a ejecutar un amplio plan de obras públicas,
que lo hacemos también entre todos, porque es para todos. Los de hoy y los del
futuro. Esto producirá grandes mejoras en las condiciones de estructura en
rutas, ferrocarriles, puentes, inundaciones y energía. Es la más clara apuesta
al futuro. Nada de todo esto le pertenece a un solo espacio político, ni
siquiera al que se encuentre a cargo del poder en estos momentos. Es de la Argentina
para los argentinos por siempre. Dejemos de lado a los que no apuestan a unirse
en la búsqueda de la resolución de los males que nos aquejan. El desarrollo, el
progreso y el bienestar no tiene color político. Es celeste y blanco, como la
bandera que nos aparta de la grieta.
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