Por Francisco Grillo
Nos presentamos, buscamos un apartado para dialogar y nos dice que está perfecto en su lugar de trabajo, entre los alumnos. Y ahí nomás nos tira el título de la nota al responder a la primera pregunta de cómo comenzó su carrera: “Yo nací dibujando", desde que tengo uso de razón estoy con un lápiz en la mano. Dibujo desde los 4 años. En un principio buscaba copiar lo que sea, artistas, deportistas, políticos, yo guardo todo. Tengo la carpeta de la primaria, de la secundaria. La primera caricatura fue la de Los cinco grandes del buen humor”.
¿Cuál es el secreto de la caricatura?
“Se
hace exagerando los rasgos de los personajes. En la de Los Cinco Grandes, tenía diez años, los ubiqué en una plaza. El
pato Carret salió con una pata en el aire como si fuera el ave de su apodo”.
Continuando el relato de
sus comienzos nos cuenta que: “Curso el secundario en el colegio Tomas Guido de
San Martín, nosotros vivíamos en Villa Ballester. Mi viejo quería que estudiara
arquitectura. Me decía que los dibujantes eran bohemios, que no ganaban un
mango, con eso te morís de hambre. En el desarrollo de mi vida, tuvo gran
importancia, mi esposa Delma. Nos conocimos a los trece años, en el primer año
del Nacional. Ambos teníamos la misma edad. Como las chicas desarrollan más
rápido, me sacaba una cabeza. Siempre nos llevamos bien. No me daba bolilla, no
sabes lo que me costó. Cuando algo te cuesta, te dura. Empezamos a noviar un
poco más tarde. Poco antes de los dieciocho, era tan grande nuestro amor, que
decidimos seriamente en casarnos lo antes posible. Como éramos menores
necesitábamos la autorización de nuestros padres. No quería estudiar. Mi viejo,
era militar y muy duro. Me firmó el casamiento con dos condiciones ineludibles:
1) No abandonar la carrera en la Universidad y 2) Hasta no recibirte, no
tendrás hijos. No cumplí ninguna de las dos. Volvimos de la luna de miel y veo
a mi esposa llorando en el baño. ¿Qué pasa? Me dice: no me indispuse. Lloramos
juntos. Nadie sabía, era tabú. Al mes siguiente lloramos emocionados, hoy esa
alegría tiene 56 años. Tenía dos trabajos y estudiaba a la noche. Mi señora me
decía: ¿Tanto te gusta la carrera? Le contesté que no, la odiaba y mi mujer me
dice que tengo un hijo otro en camino y dos trabajos. Ya era un hombre
independiente, quería cumplir con mi viejo, pero me daba cuenta que la
responsabilidad que tenía con mi familia superaba a las promesas realizadas. Mi
mujer me impulsaba constantemente en mi carrera. Yo llegué acá gracias a ese
respaldo. El primer trabajo fue en un estudio de publicidad, de Fernández
Insúa. Allí dibujábamos maquinarias agrícolas para sus clientes. Luego entro en
la revista River. Fue allí donde conocí
mucha gente, entre los que estaban Julio
César Pasquato y Calé Es éste quien después me
lleva a Canal TV. Después paso a la
revista Anteojito, también
recomendado por un colega. Ahí hacemos la primera prueba, luego otra
prueba… Es el sueño de mi vida, iba a
vivir de la caricatura. Cuando me preguntan ¿dónde estudio? respondo: en la
universidad del dibujo. Yo era “Jorgito”, el pibe del dibujo. Divito me decía: ¿cómo
anda mi pollo? Canal tv, Anteojito,
Figuritas. Entré a trabajar con el Libro
Gordo de Petete en la tv. De esta manera me introduzco en el dibujo
animado. Es muy complicado. Paso a Hico,
el caballito valiente. Tapas de Anteojito,
de 1925 del total, 1500 son mías. Sigo con las figuritas, sobre deportistas y
artistas. Me meto en todo lo que pueda. Formo una empresa para hacer Casimiro.
Hoy en día todavía me piden derechos para España. Hace 29 años que enseño
dibujo. Muchos de ellos en la escuela de Garaycochea. El libro que se escribió
sobre mí se iba a llamar La noche del
dibujante. Dormía una noche si y una no. Lo típico del ambiente de los
medios. Las consecuencias, el médico me dijo que tengo EPOC y dejé de fumar.
Hice abuso de eso, el que abusa, paga…Hace 21 años que vivo en Villa del Parque”.
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