Quizás suene un poco raro nuestro pensamiento con relación a algunos
temas que componen la matriz del manejo de una Nación. Economistas de todos los
estilos no han encontrado el rumbo adecuado. A diario y sin parar, se manejan
recetas salvadoras. Los que las tienen prometen de afuera de la gestión lo que
no cumplirán cuando son parte de la misma.
Teniendo en cuenta que hace unos meses venimos
entregando una saga de notas sobre “Las fortalezas argentinas”. La idea es
señalar los diversos recursos que nuestro territorio les ofrece a sus
habitantes como legado de la naturaleza o de Dios, para que los administremos
con responsabilidad. Así sería posible sostener el desarrollo de una Nación que
por su potencial ha desperdiciado la posibilidad de alcanzar el crecimiento y
la estabilidad. La que merecen los argentinos por haber nacido en estas tierras
y también a los que eligieron habitarla. Si este suelo guarda riquezas es para
aprovecharlas. No se puede perdonar al que tiene los recursos y no tiene la
capacidad de aprovecharlos. En estos se conocieron dos notas sobre este tema. Daniel
Gustavo Montamat escribió en La Nación “la Argentina fue rica a principios del siglo pasado; hoy no lo es,
aunque lo sigamos declamando. Tiene una base importante de recursos naturales y
tiene un capital humano con educación y entrenamientos razonables. Eso le da
algunas ventajas comparadas relativas, pero no la hace rica. La riqueza de un
país, la que permite pagar salarios dignos y mejorar el nivel de vida de la
población, depende de la productividad de los recursos humanos y del capital
invertido. La productividad total de los factores está dada por la tecnología y
la innovación, es decir, por el conocimiento. Los países que generan más valor
agregado y pagan mejores salarios son los que más incorporan conocimiento a la
materia prima. Es lo que los hace ricos”. También en La Nación, Sofía Diamante,
entrevista a Mario Blejer quien así se manifiesta sobre el particular: “Que la Argentina es un
país rico es otra fábula, no es un país rico. Los países ricos son los que
pueden ofrecer un nivel de vida alto a sus ciudadanos. Porque si ser rico
significa tener recursos naturales, entonces Suiza sería pobre. Hay recursos
naturales que hay que saber explotarlos, pero no es lo único. Acá también hay
recursos humanos buenísimos. --Suben
los salarios, suben los precios, cae la competitividad y sube la inflación,
entonces se busca protección y al final se termina devaluando. Se podría ganar
competitividad de vuelta con más productividad, nuevos productos, nuevos
mercados, nuevos procesos y con mejores capacidades de inversión. Pero, sobre
todo controlar la inflación. Argentina pasó 70 años en los que no pudo mantener
la competitividad sin devaluar. Por qué
no podemos tener una situación más parecida a la de los otros países en los
cuales la tasa de cambio no es el único instrumento que permite mantener la
competitividad”.
Compartimos absolutamente estos conceptos. Es la base de nuestros
errores. Los recursos están, no demostramos la capacidad de aprovecharlos. Un
desperdicio intolerable. Es momento ya de buscar y encontrar las soluciones.
Por ejemplo, lo que sucede con la actualización de tarifas de los servicios.
Estaban muy atrasadas y se trató de ir disminuyendo los subsidios de la
anterior administración que provocó el distanciamiento de la realidad al
mantener los precios de manera demagógica para simular un estado de bienestar
cuando la inflación acumulada en esos doce años supera el 1000 %. Este gobierno
intentó acercarse al valor de los suministros. Se subió considerablemente
resintiendo los bolsillos de la gente en forma peligrosa. Cuando el dólar trepa
de $ 20 a $ 40, se produce el golpe terrible. Volvió a alejarse de los
objetivos. Todo lo hecho se derrumbó. Las tarifas están atadas al dólar. La
devaluación provocó que seguimos muy atrás. Algún especialista comentó que en
los países vecinos los precios son más acordes a la realidad. Lo que no dijo
que en esos países, el dólar siguió en casi los mismos valores. Esa es la
diferencia. La estabilidad. Al subir el dólar nuestra moneda pierde brutalmente
su poder adquisitivo. No ganamos en dólares. Dejemos de pensar en esa moneda.
Nuestros salarios se pagan en pesos. Nuestros gastos deberían estar atados a
él. Tampoco vamos a alcanzar la competitividad con un dólar alto. Que exportaremos
más. Es una falacia. Brasil, desde 1994, con un dólar a 1 real, fue fluctuando
entre 2 reales desde 1999 hasta llegar a enero del 2019 con un valor de 3,65
reales por dólar. Argentina, desde la convertibilidad de 1991, con una
devaluación feroz de 10.000 australes a 1 peso, arrancó 1 a 1 con el dólar- En
el 2002 se fue a$ 2 hasta llegar a los $ 4 en el 20111. $ 5 en 2013, $ 8 en
2014, $ 8,60 en 2015, $ 13,80 en el 2016, $ 15,90 en 2017, $ 37,65 en 2018 y
$37,04 en enero del 2019. Esto es estabilidad más eficiencia. Brasil es mucho
más competitivo que Argentina para exportar con un dólar a 3,65 reales. La
inflación de los brasileños es de 3.70 % anual. Esa es la verdad. El que piensa
en dólares pierde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario