miércoles, 28 de noviembre de 2018

Los goles en contra complican el resultado


Por Francisco Grillo

Cuando las dificultades para avanzar en el desarrollo de cualquier actividad surgen de oposiciones externas, son parte de las alternativas hasta previstas, con un profundo planteo para impulsar la concreción de los objetivos se puede llegar a lograrlo. Cuando, además de los enemigos, hay que cuidarse de los goles en contra de los propios, la tarea se torna extremadamente difícil.

Este gobierno de Cambiemos, además de la épica tarea de enfrentarse a los desafíos de modernizar las estructuras económicas y sociales que venían fracasando desde hace décadas. Sumando a la apertura de las relaciones internacionales, el sostenimiento de los subsidios sociales, asegurar la libertad de acción a la Justicia para buscar el esclarecimiento de la frondosa lista de actos de corrupción cuyos expedientes están aguardando el proceso de tratamiento, las obras públicas de infraestructura, cloacas, aguas, energía, minería, agricultura y muchos etcéteras más. En ese camino, la grieta de nuestra sociedad -que viene de lejos, desde los Unitarios y Federales-enfrenta al oficialismo y la oposición en un tira y afloja permanente. Algunas leyes se promulgaron por consensos y otras salieron con dificultades o se abortaron por desinteligencias entre los grupos antagónicos. Claro está que el apoyo o la confrontación dependió siempre de los tiempos electorales. Los cuales ocupan una buena parte del período de gobierno que establece nuestra Constitución. Apenas cuatro años. Esto se traduce en que, cuando un gobierno asume tiene el primer año para desarrollar su gestión. Porque en el segundo aparecen las elecciones de medio término y en el cuarto, las generales. Si tenemos en cuenta que el proceso de la campaña electoral lleva alrededor de un año. La conclusión es que, a los gobiernos, en la Argentina, les quedan solamente dos años de gestión, interrumpidos por los comicios. Dos años se utilizan para las campañas. Es muy poco para conseguir resultados exitosos. Aunque las administraciones sean de excelencia, cosa que jamás ocurre por estos lares. Agregando que cada espacio defiende sus intereses a capa y espada y sus objetivos son triunfar en la contienda y destruir al enemigo. Está planteado como una guerra y no como una competencia. Por si esto fuera poco, este gobierno está compuesto por un equipo que tiene buenas intenciones. Al menos, así pareciera. Su intención de cambiar para mejorar al país es creíble. Pasa, lamentablemente, que se equivoca demasiado. Pueden llegar a contener al adversario, que viene de campeonatos sin logros, pero tiene a sus jugadores que convierten, con frecuencia, goles en contra. Tirando abajo toda la estantería. Juegan partidos contra planteles que tienen una paridad de poderío con el oficial. La lucha es justa cuando deben cuidarse de los jugadores adversarios para que no les conviertan y, a gatas puedan derrotarlos por un tanteador exiguo. Un 1 a 0 o un 2 a 1 sirven para ganar el partido. Pero, si los propios, se meten uno en contra o dos y tres, es un poco imposible remontar el resultado. A un escaso año de las próximas elecciones generales, con todos los inconvenientes ocurridos en los últimos meses. La explosión del tipo de cambio en relación con el dólar que generó la suba de la inflación, el desmadre de los precios y la pérdida del poder adquisitivo. Todavía nada está definido en términos de posibilidades electorales. Después de la elección de medio término, a mediados del 2017, con su triunfo, el gobierno estaba encaminado hacia una reelección casi segura. Después de todo lo sucedido, sus posibilidades se redujeron, pero sigue dando pelea. Su principal contrincante es Cristina con quien están en un empate técnico. Queda pendiente la definición del resto del peronismo sobre las alianzas que se formen. Mazza, Urtubey, Pichetto y Schiaretti dieron el primer paso. Todavía están en pañales. Tampoco hay seguridad de que en ese espacio se incluya o no, a Cristina. Con respecto al oficialismo, se supone que todo lo que podía perder ya ocurrió durante el proceso reciente de la devaluación y el ajuste seguido de recesión, que, por otra parte, recién comienza. Con relación a las grietas que hieren a nuestra sociedad, apareció un texto de una carta escrita por el General San Martín en Chile, el día antes de partir con la expedición Libertadora hacia Perú. Estaba dirigida hacia el pueblo cuyano como despedida al iniciar la campaña. La misma estaba en poder de Luis Ponferrada y su familia desde hace 200 años y su texto nunca fue divulgado. Entre otras cosas, dice lo siguiente: “les recomiendo, por su bien, que estrechen entre sí los vínculos de la unión y se fortifiquen en el concepto de que no existe Sociedad dónde no hay orden”. Ese era otro tiempo de grietas en este territorio. San Martín desobedeció la orden del gobierno de Buenos Aires, de quien dependía, porque le exigía que retorne para enfrentar militarmente al conflicto que existía con los caudillos de las provincias del centro. En el Norte estaban los españoles. San Martín se negó a pelear contra sus compatriotas y eligió continuar su campaña libertadora en el Perú con el apoyo del gobierno chileno. Sus reflexiones tienen plena vigencia en el 2018. Las expresó hace 200 años y todavía no las escuchamos. Seguimos igual o peor. Es irracional que seamos tan sordos y no podamos comprender por donde va el camino. La Unión Nacional, no hay otro. No sigamos errando penales y perdiendo con goles en contra.



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