Por Francisco Grillo
Se
repiten, en forma cíclica, en nuestro país, los períodos de crisis. Descifrar
el origen de los mismos es el gran misterio que no podemos resolver. Los
economistas, especialistas en la materia, ensayan miles de interpretaciones.
Todos y cada uno hablan de soluciones que nunca llegan y sacuden la estabilidad
de la economía del país y de sus indefensos habitantes.
Hace tres meses,
este gobierno, con más errores que aciertos, iba piloteando la situación. Sin
grandes logros, pero manteniendo una moderada marcha en su gestión. Después del
éxito de las elecciones de medio término, se había posicionado con un futuro
promisorio mirando a la continuidad en la administración del país. De repente,
explotó el dólar. Esto da por tierra con todos los planes. Es casi imposible
adecuar una economía basada en un tipo de cambio de $ 27 a 30 y llevarlo a una
paridad rondando los $40. Altera todo el funcionamiento de la sociedad. ¿Es un
golpe de mercado? ¿Una maniobra destituyente desde la política? ¿El factor
externo? ¿Los errores propios? Es muy difícil acertar el diagnóstico. Las
versiones sobran. Lo concreto es que los argentinos sufrimos las consecuencias.
Se apeló, nuevamente, a renegociar con el FMI buscando el adelanto de capital
programado para los próximos años, para ayudar a salir de esta incómoda crisis.
Todavía no se dispone de una respuesta concreta pero la tendencia puede ser que
se resuelva seguir apoyando a nuestro país. Ayudando a revertir lo que no
podemos realizar por nuestra cuenta. Es tan complicado imaginar los motivos por
los cuales, desde mediados de la década del 40 hasta nuestros días, vamos de
crisis en crisis. La inflación y los déficit fiscal y comercial son los
indicadores de nuestro mal desempeño en las sucesivas administraciones de
gobierno. Lo concreto es que nuestra moneda va perdiendo su valor en forma
estrepitosa en cada uno de estos episodios. Comparado con otros hechos
similares, todavía transitamos consecuencias menos graves. Por ejemplo, vale
recordar el Plan Austral del gobierno de Alfonsín que fue diseñado para tratar
de parar la inflación que crecía vertiginosamente. Se creó una nueva moneda,
denominada Austral. Un Austral
equivalía a 1000 pesos argentinos, a
10 millones de pesos ley, a 1000
millones de pesos moneda nacional y
a 25.000 millones de pesos moneda
corriente. En esos valores podemos dimensionar la depreciación catastrófica
que fue sufriendo nuestra moneda. El Austral,
en su comienzo, cotizaba a 0,82
centavos por dólar en 1985 y terminó a 7.000 por dólar en 1992, cuando el ministro
Cavallo, ya con Menem en el gobierno, establece el Peso Convertible. Con una apertura de 1 a 1 frente al dólar, llevando 10.000 australes a un peso convertible. Son relatos de una película de terror. Estamos
lejos de estos momentos. Pero no exentos de caer nuevamente. En los últimos
tiempos de Alfonsín, con una inflación insostenible, Cavallo acudía a sus
contactos en Nueva York para evitar que acepten los pedidos de ayuda monetaria
para contener la inflación. Ahora Guillermo Moreno, escribe una carta a
Cristine Lagarde solicitando lo mismo para este gobierno. La administración de
Argentina que gestiona para todos los argentinos. Eso es lo que hay que
cambiar. La mezquindad de sectores que solamente piensan en ejercer el poder
para su propio beneficio personal. El cual está ubicado, en el sentido opuesto
a las necesidades del pueblo argentino. Sea quien sea que se siente en el
sillón de Rivadavia, es el que gobierna a los argentinos. Y la sociedad en su
totalidad debe tener la suficiente responsabilidad para apoyarlo hasta que
termine su mandato constitucional. De más estaría explicar que a la sociedad
también pertenece la clase política. El gobierno, además de su búsqueda por
equilibrar la economía no puede dejar de atender las demandas de los trabajadores.
La inflación desatada pulverizó el poder adquisitivo. Es vital resolver este
tema. No es por ese lado que hay que limitar el gasto excesivo.
Mientras escribimos esta nota se produce el alejamiento de su cargo, del
Presidente del Banco Central, Luis Caputo. Diferencias entre éste funcionario y
el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, produjeron la renuncia en pleno final
del acuerdo con el FMI y en medio del debate por el presupuesto. De movida se
produjo un repunte de la cotización del dólar, pero se estima que la noticia
sobre la definición por el acuerdo con el fondo recuperará el estado de
normalización anterior a este hecho. El reemplazante de Caputo en el BCRA será
Guido Sandleris.
Cuando
llegue el tiempo de elecciones, es el momento que termina la filmación de la
película sobre lo acontecido en el período de gobierno de la administración
Macri. Hasta el momento sólo hemos visto escenas. A partir del rodaje del film
completo podremos analizar y opinar sobre la calidad del mismo. Ese será el
tiempo en que el actual presidente deberá comunicar si cumplió con sus
promesas: “Parar la inflación, no cobrar
el impuesto a las ganancias a los trabajadores, mejorar el desempleo y, sobre
todo, pobreza cero”. Tomó el compromiso, con sus declaraciones, que por
éste último concepto deberíamos medir su gestión. Mientras tanto, la consigna
es apoyar y jugarnos a salir de la crisis. Si lo consigue, lo logramos todos y
para nuestro bien. El beneficio para el pueblo argentino. El que no pueda
alcanzar la altura necesaria para afrontar las responsabilidades, que se
dedique a otra cosa. No se puede perder más tiempo con los incapaces y
corruptos. La marcha de la Argentina hacia el futuro no puede frenarse por los
ineptos. Votamos por cambiar para crecer y seguiremos cambiando las veces que
sea necesario. Los nombres y las ideologías no interesan. La prioridad es el
bien común antepuesto al interés personal. Por décadas arrastramos modelos que
nos postergaron. Cuando buscamos en los archivos encontramos que, todo ese
valioso período de nuestra historia transcurrido por más de medio siglo, fue
desaprovechado. Mientras las demás naciones, como podían, no detenían su marcha
ascendente, nosotros íbamos para atrás. Perdiendo objetivos alcanzados como el
auto abastecimiento de combustibles y energía, una amplia red de ferrocarriles,
la fabricación del material rodante (vagones y locomotoras), industria pesada,
automotrices con una mayor integración de partes nacionales, el campo liderando
las cifras de exportación frente a los competidores, etc. Argentina fue
retrocediendo gradualmente. El cambio es volver al objetivo del desarrollo que
significa el crecimiento.
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